La eutanasia comienza, ¿pero hasta dónde llegará?
Siento mucho no recordar el nombre del médico holandés cuyas reflexiones acerca de la ley de eutanasia en su país leí hace poco tiempo. Él había formado parte de los promotores de dicha ley y, a la vista de la deriva que había seguido la realidad, decía que cuando estaban luchando por que esta ley se aprobara no se podía imaginar que se llegaría a esta situación.
En efecto, la llamada "pendiente resbaladiza" se ha producido en Holanda en el espacio de dieciocho años. En 1984 se despenalizó la eutanasia con unas condiciones "garantistas" (palabra que utiliza la diputada socialista ponente de esta ley ¿para tranquilizarnos?): plena voluntariedad, enfermo terminal, dolores insoportables... En 2002 se aprobó la ley actualmente vigente, que contempla enfermedad psicológica, pérdida de la autonomía, escasa calidad de vida, sentimiento de ser una carga económica...
Me cuesta trabajo creer que todos los diputados que darán su "sí" a esta ley hayan dedicado tiempo a pensar en profundidad en las posibles repercusiones de lo que están haciendo (algo más serio que esas imágenes que hemos visto algunas veces de mirar al portavoz de su grupo parlamentario para que les indique la tecla que han de tocar en la votación).
Y me gustaría pensar que, a la vuelta de los años, no tengan que pensar lo mismo que el médico holandés con el que comienzo esta carta.
Espero que la aprobación de la eutanasia no frene la creación de cuidados paliativos de calidad accesibles a toda la población -circunstancia que no se da en estos momentos- y que son la verdadera solución al declinar de la vida humana.
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