Hacer realidad la justicia internacional
El 17 de julio puede considerarse como el día de la Justicia Internacional porque es el aniversario de la aprobación en 1998 del Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional. El Estatuto entró en vigor el 1 de julio de 2002, y desde entonces este Tribunal viene investigando y procesando a responsables de crímenes de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. La aprobación del Estatuto de Roma fue un momento histórico ya que expresaba una voluntad inequívoca por parte de la comunidad internacional de poner fin a la impunidad de los más graves crímenes contra el derecho internacional. Esto que suena tan rimbombante ha permitido, por ejemplo, que por primera vez, un jefe de Estado en activo, el presidente de Sudán, Omar Hassan Al Bashir, haya sido objeto de una orden de detención por crímenes de guerra y de lesa humanidad, a la que se ha añadido esta misma semana otra por genocidio. Aún no ha sido apresado, pero esto representa al menos una esperanza para miles de víctimas y sus familias. Una misma esperanza que precisan miles de personas, por decir un lugar, en Sri Lanka, víctimas de un conflicto recién concluido y a expensas de que se imparta justicia. Porque de eso se trata al fin y al cabo con la justicia internacional, de reforzar la obligación de los Estados de proporcionar a las víctimas los mecanismos judiciales internos con los que exigir verdad, justicia y reparación ante graves violaciones de sus derechos. Pero esto, como casi todo, no puede funcionar por mucho que Amnistía Internacional se desgañite en sus acciones, si los Estados no lo toman en cuenta y, sobre todo, los más poderosos, como Estados Unidos, Rusia, China, Israel, o India, que todavía no han ratificado el Estatuto. Y para eso le escribo hoy, para pedirle que tenga en cuenta esta fecha y se haga eco de la importancia del tema.
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