Es hora
Las estrictas medidas adoptadas para conseguir bajar la curva de contagios se muestran cada vez más insuficientes e ineficaces, por lo que, sin tener que entrar a comprometer definitivamente la economía mundial y que los problemas se multipliquen hasta lo desconocido, el futuro de la Humanidad empieza a decantarse exclusivamente por que ningún otro contratiempo se cruce en el camino inmunizador de las vacunas, lo cual hace pensar que las posturas contrarias a ellas, que antes eran una opinión más dentro de la variedad, comienzan a sobrar y se impone la realidad de que es lo único que nos queda ya para superar este problemón.
Desde que todo esto comenzó en Wuhan hace meses muchos hábitos han cambiado en nuestras vidas, muchos más deberán aún cambiar, y muchos de ellos permanecerán ya entre nosotros como parte de una nueva normalidad que se caracterizará por un distanciamiento físico especialmente duro con el carácter mediterráneo.
Decididamente nuestra existencia pasa por momentos de incertidumbre, pero entre tal cúmulo de dudas tenemos la suerte inmensa de que la ciencia ha puesto a nuestro alcance la mayor certeza: nuestro futuro, el de nuestros hijos, padres, amigos, depende de que nos pongamos la vacuna.
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