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Trump nos sorprende con sus paralogás y sofismas

21 de Diciembre del 2020 - Antonio Parra (Cuideru)

“Trump frightens me”.

Me da miedo Trump en el misterioso interregno de las Doce Noches cuando Saturno manda y pueden venir males a la humanidad, el hambre, la peste y la guerra. El presidente está realizando una escabechina en la Administración. Ha destituido al secretario de Estado Pompeo por decir que la culpa del pucherazo la tiene Moscú. Trump acusa a Pekín de sus derrotas en las urnas. Como observador de la política internacional y cuatro años de corresponsal de Pyresa y LNE en América, puedo afirmar que este mandato del cual no quiere irse el mandatario fue atípico. Hubo muchas intercadencias, la clave estuvo en el supuesto derribo del avión holandés (se equivocaron de avión porque el color del fuselaje era el mismo del de Putin regresando de Nueva York). Netanyahu fue a Moscú a entrevistarse con Vladimir y de aquella entrevista clave parece que surgió un convenio de no agresión. El líder ruso se echaba en manos de Israel y por otra parte Trump, que es judío y representa al poderoso lobby sionista que se enriquecieron con el Real State –es el Nabor del ladrillo–, cerraron un pacto de no agresión del cual saldría ganando Israel en su pugna fronteriza con Irán. Pekín se sitúa del lado persa. Además, China representa un peligro para los intereses comerciales americanos. Ha copado los mercados. A Trump los servicios secretos norteamericanos le acusaron de haber ganado las elecciones con la ayuda cibernética del Kremlin, tan poderosa en las redes sociales; luego vino la pandemia. Hubo una reunión de militares en Wuhan a la cual alguien llevó una probeta infectada por covid-19, algunos aseguran que fue una extracción sintética combinada en un tubo de ensayo de Tel Aviv. La idea era diezmar a la superpoblación china, pero el morbo es de una condición tan poderosa que se esparció por los cuatro puntos cardinales. Ayer Netanyahu urbi et orbi se vacunó contra ella y a mí me vino a las mentes una frase de los escolásticos: “Excusatio non petita, accusatio manifesta”. Los lemólogos están sorprendidos, los genetistas inquieren sobre el advenimiento del hombre nuevo que patrocinaron los esenios en la lucha contra Roma y los moralistas nos advierten de la llegada de las tres parcas. El mundo está en pinganillos atribulado por unos medios de comunicación que se han convertido en cámara de resonancia de los avances de la peste asiática, mal llamada asiática es la peste de Trump por el orbe. Como politólogo nunca me gustaron los métodos de gobierno por wuasap de don Donaldo. Es presuntuoso mal orador si le compara con Obama, que exhibía un inglés majestuoso, el que se habla en las mejores universidades americanas; es celoso y rencoroso, sus acciones evidencian un cierto complejo de inferioridad. Es un tipo que viene del ladrillo que cree que el dinero lo puede todo. Dice amar su país por encima de todas las cosas, pero para aquellos que nos hemos formado en la idea del “First amendemant of the American Constituion” que proclama la libertad de pensamiento sus marrullerías no poseen típico sabor americano. La clave de la democracia es la libertad y el presidente ha tratado de poner en censuras a Google y a todas las redes sociales que le criticaban. Es racista y machista, aunque sus secuaces difundan por el mundo el racismo de “I cant breath” fomentando la emigración aterradora de las masas irredentas, mientras Trump construye muros en Nuevo Méjico para impedir la incursión de chicanos. Ahora se niega a aceptar el resultado de los comicios en los que pudo haber manipulación a favor de Biden, pero también la hubo cuando Trump desbancó a Hilaria Clinton. Esto es un laberinto. Por lo que asumo que este rubio del colgante flequillo puede darnos unas navidades amargas declarándole la guerra a China yo qué sé. El busilis no está en él, sino en las fuerzas comerciales y los intereses económicos que lo manipulan. Dios quiera que me equivoque, pero este vaticinio es para echarse a Temblar. Confío en que no se consuma.

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