Fracasamos en innovación y visión
La Universidad debe tener dos vertientes. Una académica que, desde la investigación teórica, permitiría la innovación en el saber descolgando conocimientos hacia formación inicial. Y otra ocupacional que, desde la investigación aplicada, permitiría la innovación en el saber hacer, desarrollaría proyectos innovadores para el mundo de la empresa, y descolgaría conocimientos operativos prácticos hacia la formación dual ocupacional al modificar de forma continua el tejido laboral empresarial. No podemos seguir ignorando que solo hay una formación dual, y que esa formación es ineludiblemente ocupacional.
La falta de visión sobre la energía del carbón térmico, cuando ya era un hecho que ni era bueno ni seguro (1990), hizo que aquí existieran políticas exigiendo su defensa a ultranza cuando ya ni siquiera era rentable. La misma falta de visión hizo que existiese un menosprecio por el concepto ocupacional que hubiese permitido el análisis que facilita el éxito en la innovación continua. Luego se obvió Bolonia y el Marco Europeo de Cualificaciones (EQF), que es el marco que facilita el análisis ocupacional. Todo esto nos lleva a hacernos esta pregunta: ¿cómo vamos a mantener una eficaz actividad ocupacional cuando las ocupaciones deben cambiar constantemente para ser competitivas? Habrá ocupaciones que desaparecerán al caducar la competitividad de las empresas por falta de la innovación adecuada. Pero otras nuevas aparecerán: lentamente y en menor medida debido al desarrollo tecnológico (robótica e IA). Esto ha pasado siempre, pero antes la modificación ocupacional solía tardar una generación. Sin embargo, ahora los conocimientos del saber hacer periclitan a tal velocidad que se puede decir que la formación dual ocupacional es una necesidad permanente de la empresa. En cambio, la formación inicial académica apenas se altera mientras los conocimientos ocupacionales se ramifican y cambian tan radicalmente que pasan a ser en muy poco tiempo algo totalmente distinto. Es decir, desde una misma formación inicial académica surgirán múltiples ocupaciones diferentes que a su vez estarán en un constante cambio de conocimientos del saber hacer.
Una empresa podrá fracasar, pero su equipo y personal podrían continuar en una nueva empresa si con la formación dual ocupacional se han preparado para la innovación tecnológica continua. Si logramos está dinámica, las empresas no necesitarán favores del Estado por falta de previsión y de visión. Pues es el Estado quien debe cobrar favores (impuestos) a las empresas. Plantearse ayudas (como las del carbón) no sería innovación, sino el retroceso al fracaso de siempre.
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