Aún no se había terminado la película
Mientras nos contaban lo bien que lo estaba haciendo Madrid y lo mal que lo estaba haciendo Asturias, sin puntualizar exactamente qué; mientras nos decían lo bien que iban en esta pandemia algunos países europeos, que no habían aplicado medidas drásticas, como Alemania y Suecia, y lo mal que iba España, “porque estos socialcomunistas quieren cargarse la economía”; mientras nos vendían la esperanza blanca de la vacuna, cual bálsamo de fierabrás, sobre todo para algunas farmacéuticas occidentales; mientras, en fin, estábamos en pleno NODO, su NODO, no habíamos visto todavía la película y mucho menos su desenlace final. Los que algunas veces practicamos esa modalidad deportiva que han dado en llamar surfcasting conocemos la importancia de la tercera ola y “leer” bien una playa antes de ponerse a pescar. Estudiar cómo rompen las olas será determinante para qué aparejos utilizar, para la distancia a la que habrá que lanzar e incluso para qué cebo usar, si queremos tener posibilidades de una buena pesca. Aquí, en esta pandemia, no se ha leído correctamente ni la primera, ni la segunda, ni la tercera ola, que ya nos moja las botas de goma del vadeador de neopreno. En Madrid vuelven otra vez a dispararse los contagios, mientras en Asturias caen en picado. Para los que no somos expertos epidemiólogos, ni mucho menos, parece que esto se debe más a cómo va evolucionando la inmunidad de rebaño y a cuestiones exógenas a las administraciones que a la gestión política de la pandemia. Ahora la canciller Merkel “llora como una mujer lo que no ha sabido defender como un hombre” (perdón por la cita histórica machista) y el primer ministro sueco se lamenta de que se han equivocado mucho. Todo el mundo se ha equivocado y no está nada claro quiénes se han equivocado más y quiénes menos. Ya sabe usted que un político cualquiera es el que piensa en las próximas elecciones; un estadista, el que piensa en las próximas generaciones, y un líder mundial, el que piensa en el futuro de la Humanidad. Casi todos los políticos piensan solo en las próximas elecciones. Sin embargo, dos asuntos nos deben llamar la atención: no se critica igual a los que hacen las mismas cosas y la gente todavía no es consciente de que estamos en un escenario sanitario, económico y político muy incierto, que no sabemos cómo acabará este film. Un ejemplo paradigmático de que no se trata igual a los que hacen las mismas cosas es que en Asturias, sin ir más lejos, cuando se aplican algunas medidas, como el cierre o las limitaciones de la hostelería, al presidente del Principado (ver las redes sociales) se le dice de todo menos bonito, es decir, se le insulta. Pero, hete aquí que, cuando esas mismas medidas las implementan gobiernos de CC AA donde gobiernan las derechas, los hosteleros también protestan, porque, evidentemente, tienen el mismo problema existencial para sus negocios, pero no se insulta a los que las toman. Y esas mismas medidas, algunas aún más radicales, se han tomado en toda Europa, donde gobierna la derecha en casi todas partes. La mar está picada y vamos a controlar muy mal esta tercera ola. Se disparan los contagios en los países que no tenían una fuerte inmunidad de rebaño y aparecen nuevas cepas contra las que no sabemos si las vacunas serán eficaces. Hubo gente que no prestó demasiada atención a cuando los daneses, aterrorizados por lo que se les venía encima, mataron 17 millones de visones. Los chinos ya nos lo habían advertido, como nos habían advertido que la temperatura, como con el virus de la gripe, era determinante en la propagación del covid, como ahora se ve en los países más fríos del hemisferio norte. Una nueva cepa corre ya por Reino Unido, no sabemos si la de los visones daneses, que ya se ha escapado a los animales salvajes, u otra. Y dijo el Maligno: “¿Hay alguien, en su sano juicio, que se atreva a discutir que el siglo XX ha sido enteramente mío?” También parece que el diablo quiere adueñarse del siglo XXI. Nadie nos podrá tentar ofreciéndonos el mundo, porque el mundo, con pandemias y sin ellas, es nuestro, pero va a ser un mundo distinto. No habrá normalidad, ni siquiera nueva normalidad, asumámoslo.
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