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Viva el arzobispo ovetense y su valiente postura ante la eutanasia

27 de Diciembre del 2020 - Antonio Parra (Villafranca del Castillo (Madrid))

Eutanasia: el Arzobispo, la exministra e -Ito el del Valle Artedu

Vísperas de santo Tomás arriba y abajo paseando entre los médanos de la Concha Artedu encontré un albatros muerto. Era un pájaro blanco gigantesco mayor que un pavo. Estaba entre las bolas de esta playa. Seguramente había muerto de muerte natural. Esta especie, que los naturalistas denominan pantopelagianas porque son capaces de volar desde Asturias hasta Irlanda y a veces todo el Atlántico sin posar, tiene un promedio de vida de un cuarto de siglo. Era enorme y desplegadas las alas podía alcanzar la poderosa envergadura de tres metros. Le llegó su hora. Nada de eutanasia. El pájaro murió de viejo, fatigado de tanto volar. Calella arriba, crucé hasta la carretera y poco antes de llegar al puente de Artedo me crucé con -Ito, iba por mitad de la calzada y le advertí: "Cosa fais, niñín, puede pillarte un coche; emburria a estribor".

El hombre no respondió. Padece alzhéimer.

Era el paisano más fuerte del valle, creo que fue maderista y era tan forzudo que lo vieron levantar una carreta de bueyes sobre sus espaldas.

Bien trabado de hombros, buena eslora o quiena manga, también anduvo a la mar, pero hoy tiene esa enfermedad que afecta a la piamáter albergue del conocimiento.

Desde que murió la paisana no levantó -Ito cabeza. Ahora está en una residencia de San Martín, según creo, aunque algunas veces se pasea hasta la casina que está cerrada y descuidado el huerto que cultivaba con tanto esmero al lado de la finca.

Padece una enfermedad incurable y hasta que Dios quiera, pero darle a -Ito una pastilla para dormirlo como un perro sería un crimen. Esto de la eutanasia aunque pueda ser admisible en ciertos casos extremos como la muerte cerebral constituye una licencia para asesinar que ha sacado de la manga este Gobierno.

El albatros varado en la arena de Artedo encontró a la vera de las olas su último aliento e -Ito morirá cuando Dios quiera, como tú y como yo.

Nadie tiene jurisdicción sobre la vida que Dios la quita y la da, pero este Gobierno quiere arrogársela como un pretexto para acabar con los excedentes de población, quiero decir los viejos, gente sobrante.

Me repugna este concepto como me parecen odiosas las palabras de la exministra poniendo en berlina al arzobispo de Oviedo. Esta exministra no sé si es hija o hermana de aquel Diego Carcedo buen periodista y corresponsal de prensa y enviado especial que firmaba conmigo en LNE y el "Arriba".

Cuando volvía de una guerra se compraba un descapotable, según me dijo una vez el querido Lalo Azcona. ¿Habrá cambiado la doctora de chaqueta en trayecto del falangismo familiar al socialismo? No lo sé ni me preocupa.

Lo que sí puedo decir es que quiero que -Ito, el Sansón de Artedo, muera con una muerte digna cuando Dios le llame, sin que le desenchufen el gotero o le den una pastilla.

Las fuerzas del hombre se acaban de igual forma que las alas del albatros se vienen abajo.

-Ito hizo la mili en Regulares. Era el más forzudo del tabor y un día le llamó el coronel y le dijo; "Asturiano, tú siempre me sacas de atascos", ojalá viva muchos años, pero que tenga cuidado con los coches que pasan por la carretera y con las palabras necias de exministras. Oídos sordos.

Lo que dice esta buena señora es un paralogismo, un sofisma, una conclusión falsa del silogismo, una amenaza a los viejos y una grave advertencia.

Poco me prestan aquellos y aquellas que chaquetean.

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