¿Por qué seguimos desperdiciando comida?
El tema del desperdicio de alimentos en las sociedades actuales es un problema de gran dimensión que nos convida a reflexionar sobre la necesidad de combatir la situación de desigualdad en el acceso y consumo de alimentos. ¿Pero de dónde viene el hábito de desperdiciar comida? Y lo más importante, ¿por qué seguimos haciéndolo cuando sabemos que sigue habiendo hambre en el mundo?
En realidad, los lugares de pérdida y desperdicio alimenticio afectan a toda la cadena agroalimentaria, desde la fase de producción y cosecha hasta el consumo final. Entre sus principales causas están las pérdidas debidas a enfermedades o mal tiempo que se verifican durante la fase de producción. También durante la fase de transformación, es decir, en el momento posterior a la cosecha, muchos de los productos se convierten en pérdidas. Del mismo modo, durante la fase de distribución, cuando los minoristas juzgan algunos productos según su apariencia visual, acaban produciendo residuos que no se puede o no se quiere aprovechar. Ya en los restaurantes, el desperdicio se presenta en forma de excedentes, sea a través de porciones preparadas en exceso, sea por productos comprados y no usados, o errores en la conservación de los alimentos. Las familias también contribuyen mucho para el desperdicio alimenticio cuando compran productos en abundancia y no tienen tiempo para consumirlos.
En ese sentido, el impacto generado por el desperdicio alimenticio es principalmente financiero. Por lo tanto, tal comportamiento tiene importantes consecuencias económicas como, por ejemplo, el coste para la eliminación de desechos y la reducción de los ingresos de las familias, ya que las mismas gastan dinero en alimentos que no van a consumir. ¡Y eso no es todo! Agreguemos a todo eso proceso el impacto ambiental como la contaminación del agua subterránea debido al uso de pesticidas y fertilizantes.
Con relación al aspecto sociocultural, sabemos que la comida abunda en la mesa de muchas familias mientras que en la mesa de otras es escasa. Cabe recordar que muchas familias compran más de lo que realmente necesitan, cuando sería más indicado comprar solo el básico y verificar siempre la fecha de vencimiento de los productos. Asimismo, congelar y etiquetar lo que se cocina demasiado también puede ser una óptima manera de evitar el desperdicio. Otras soluciones que pueden ser implementadas, en ese caso es la utilización de los residuos como fertilizante orgánico.
Por supuesto, la práctica de tales medidas debe pasar antes por un proceso de concienciación de las personas involucradas en todos los sectores y fases de la producción hasta el consumo final, lo que implica la sensibilización de la población ante un cambio de comportamiento. Pero lo que la realidad nos muestra es que seguimos desperdiciando tal vez porque no admitimos privarnos de nada en un mundo donde la comida es más barata y más accesible con relación al pasado. Y, además, somos constantemente animados por las ofertas publicitarias y promocionales que nos convidan a comprar en grandes cantidades. Lo cierto es que el combatimiento al desperdicio alimenticio pasa primero por un cambio de comportamiento lo que presupone la sensibilización ante al problema como un paso inicial en la adopción de una postura responsable.
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