Las leyes progresistas siempre han sido cosa de la izquierda
Si algo está claro en nuestra joven democracia española, es que las leyes progresistas de este país siempre nos han llegado de manos de la izquierda. Estos días en que el Gobierno de coalición entre PSOE y UP ha logado sacar adelante la nueva ley de la eutanasia (o, lo que es lo mismo, el derecho a una muerte digna), con el apoyo de una mayoría holgada de las fuerzas progresistas de la Cámara; la derecha cavernícola y retrógrada integrada en el PP y en Vox ha sido la que, no solo ha votado en contra, sino que la ha considerado como una forma encubierta de asesinato, especialmente pensado para nuestros mayores. Al margen de declaraciones, más o menos obscenas, a las que nos tiene acostumbrados la derecha cada vez que un Gobierno de izquierdas consigue sacar adelante alguna ley progresista para los ciudadanos de este país, convendría recordarles a estos defensores de la moralina cavernícola que ellos han sido de los primeros en aprovecharse de algunas de las leyes a las que se opusieron en su momento. Hagamos un poco de historia, en 1981, el primer gobierno de la democracia, la UCD de Adolfo Suárez, consigue aprobar la ley del Divorcio con un total de 102 votos a favor, 22 en contra y 117 abstenciones. En aquella ocasión, la derecha más tradicional se agrupaba en la llamada Coalición Popular, que, posteriormente, se convertiría en el Partido Popular, sus 10 diputados, entre ellos Álvarez-Cascos, votaron no a la ley del Divorcio. Paradójicamente, Álvarez-Cascos, tras un largo periplo en el partido de la gaviota, donde fue secretario general del partido y vicepresidente del Gobierno con José María Aznar, fue uno de los primeros políticos conocidos en divorciarse, haciéndolo hasta en tres ocasiones, por el momento.
En 1985, el Gobierno de Felipe González aprobaba una primera ley del aborto, que estuvo en vigor durante 25 años. Mas de dos décadas en las que los movimientos feministas no cejaron de manifestarse en las calles, reivindicando una ley que regulara el acceso al derecho a abortar de una manera segura, libre y gratuita. La nueva ley supuso un gran paso sobre los derechos de las mujeres de las clases sociales más desfavorecidas; no olvidemos que las de los extractos sociales más pudientes (generalmente toda la derecha), solían cruzar los Pirineos para abortar en clínicas privadas fuera de España. La derecha española sostuvo durante muchos años una encarnizada lucha –de la mano de la Iglesia– contra la ley del aborto. Hoy, casi 25 años después de su entrada en vigor plenamente, el PP y Vox siguen considerando el aborto como un atentado contra la vida. La derecha retrógrada y cavernícola censura el aborto, pero no condena a los militares fascistas que amenazan públicamente con asesinar a 26 millones de españoles por ser “unos comunistas”.
Otra ley muy polémica fue la del matrimonio entre personas del mismo sexo – más conocida como la ley de los matrimonios gay–. Fue aprobada el 30 de junio de 2005 por el gobierno de Rodríguez Zapatero. De esta manera España se convertía en el cuarto país del mundo en reconocer este derecho, por detrás de los Países Bajos, Bélgica y Canadá. La ley desató las iras en las filas del PP. Y el 1 de octubre de ese mismo año 2005, presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la misma. Recurso que el TC rechazo el 6 de noviembre de 2012.
La ley del matrimonio gay, curiosamente, supuso un alivio para Javier Maroto, alcalde de Vitoria por el PP, y posteriormente diputado en el Congreso, quien el 18 de septiembre de 2015 contraía matrimonio con su pareja de toda la vida, Josema Rodríguez. La boda del político del PP constituyó todo un acto de contradicción política, en el que estuvo presente el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien posó sonriente junto a la nueva pareja. No faltaron tampoco otros altos cargos del partido, los cuales habían despotricado contra la ley, como Soraya Sáenz de Santamaría; Jorge Moragas, Carlos Floriano, María Dolores de Cospedal, Javier Arenas, Fernando Maíllo, Andrea Levy y Pablo Casado.
Todas las leyes de carácter social, es decir, aquellas que no son de obligado cumplimiento –como la ley del divorcio, la ley del aborto, la del matrimonio gay, la eutanasia– son todas leyes que por el hecho de que existan no nos obligan en ningún caso a tener que utilizarlas si no lo consideramos necesario. A nadie que sea feliz en su matrimonio se le obliga a divorciarse; igualmente, a ninguna madre que quiera tener a su hijo se le va imponer que aborte, ni tampoco a ninguna pareja gay que sea feliz sin pasar por el trámite de casarse se le va obligar a ello.
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