La Nueva España » Cartas de los lectores » Credine o deshumanización

Credine o deshumanización

26 de Diciembre del 2020 - Mercedes Llano Martínez (Oviedo)

Antes de la pandemia, yo tenía una madre con deterioro cognitivo. Pese a ello, jovial, divertida aún, con salidas de tono y, a veces, cambios de humor, pero con un magnífico aspecto y un buen estado de salud. Estaba perfectamente cuidada en una residencia de la calle Uría de Oviedo, donde el trato humano y cariñoso de todas las empleadas fue ejemplar.

Teníamos una rutina. Yo la recogía a las 10.30 –pues hiciese el tiempo que hiciese quería salir–, y ella en su silla de ruedas iba conmigo a todos los recados matinales, sobre todo por la zona del Fontán, que le gustaba mucho, hasta las 13.30, hora de la comida en su residencia. Hicimos esto durante diez años. Hasta que hace unos meses, las condiciones de esta horrible pandemia impidieron que pudiese sacarla.

Un día, a causa de una infección de orina, fue hospitalizada en el HUCA. Tras el alta, mi madre no acababa de ponerse bien. En un control de covid-19 dio positivo y volvió a ser ingresada en el HUCA, desde donde me informaban telefónicamente de que no estaba colaborando y que apenas comía. Pasados unos días me anuncian que va a ser trasladada al Credine, un centro de Langreo habilitado para enfermos con cargas virales altas. Desde aquí, fui informada por una trabajadora social muy amable, que traslada a los familiares el informe diario que elaboran los sanitarios. Todos los días lo mismo: “No colabora y apenas come, aunque está estable”. No sé qué colaboración puede esperarse de una persona de 87 años, con una demencia desde hacía 11 y situada fuera de su entorno. Tras unos nueve días, dijeron que estaba libre de virus y que la devolvían a su residencia en Oviedo.

Tras el alivio inicial, cuando finalmente pude verla, se me cayó el alma al suelo. Parecía haber salido de un campo de concentración. Solo piel y huesos y, lo peor, una escara en el coxis en la que cabía un puño, además de otras más pequeñas. Ella, que jamás había tenido ni un punto de presión. No voy a extenderme en describir el hedor que se desprendía de las heridas, ni sus gritos de dolor. Baste decir que tuvieron que dispensarle morfina.

A pesar de tentarla con las comidas que más le gustaban, del cuidado y de la dedicación que le dieron las trabajadoras de su residencia, no pudimos recuperarla. No se pudo hacer nada, porque había perdido por completo el hábito de comer, y las heridas, aunque bien atendidas, no mejoraban. La enterramos el 8 de diciembre. A su edad, superó el covid, pero no pudo superar las consecuencias de un periodo de hospitalización en el que, entiendo, no recibió la atención adecuada.

Eso es lo que hacen con nuestros mayores. Los que forjaron este país con su trabajo, su sacrificio y su dedicación a la familia. Los que pasaron una guerra y una durísima posguerra. Todo ello sin que los familiares tengamos la más mínima capacidad de intervención ni de decisión, lo que ya de por sí es bastante duro.

Cabe preguntarse si esto es lo que queremos para una generación de personas, ahora ya mayores y en general indefensas, que están sufriendo lo peor de esta pandemia. ¿Esto es todo lo que podemos darles?

Cartas

Número de cartas: 49001

Número de cartas en Diciembre: 124

Tribunas

Número de tribunas: 2175

Número de tribunas en Diciembre: 3

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador