Escuela de escalada de Figares
8:00 am del 24 de diciembre, Nochebuena. Un amigo me envía un wasap para ir a escalar a Figares. Llueve algo y hace bastante frío. Da igual, vamos. De camino me comenta una noticia de LA NUEVA ESPAÑA: un "naturalista" está muy preocupado por la interacción entre los nidos de buitres y los escaladores. Pienso sobre ello. Tras escalar en el sector intermedio nos vamos al sector inferior, mi amigo va a intentar un 8a. Observo y escucho. Veo, al menos, seis buitres en la parte derecha de la pared, por encima de las cumbres, girando en el cielo aprovechando las "térmicas". Cuando va por la mitad del recorrido observo un buitre que pasa por encima de la vía, en vuelo plano, sostenido, imperturbable. Puede que nos haya visto, también habrá escuchado el ruido del tráfico de la carretera, los ladridos de un perro en alguna finca cercana, el cantarín ruido del río, el "tolón" del ganado próximo, el insistente claxon de una furgoneta que vende algo en el día de hoy. Los buitres, a lo suyo, girando en el aire. Mi amigo se cae, imposible, hace demasiado frío. Nos vamos. De la que volvemos miro la escuela, hasta donde puedo ver, y no percibo que los finales de vía interaccionen con los nidos de buitres que están muy a la derecha, significativamente alejados. La vida sigue, los buitres a lo suyo, los naturalistas también a lo suyo. Algún día, algún naturalista encontrará una evidencia objetiva que apoye su preocupación. Hasta hoy no parece que sea así. Felices fiestas.
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