Una causa de la crisis no mencionada
Dicen economistas, políticos y estudiosos de reconocido prestigio, que el 90% de la estructura económica de nuestro país está formada por pymes y autónomos, que son menos que pymes, los cuales no tienen, en el mejor de los casos, más de cuatro asalariados cada uno. El caso es que nadie ha acertado a precisar una de las causas, si acaso la más importante de todas, de por qué no logran superar la crisis y se ven obligados a despidos no deseados –sí, digo bien, no deseados–, o por qué cierren sus puertas de forma definitiva. Los sesudos analistas repiten una y otra vez, de forma cansina, que es debido a la falta de crédito por parte de las entidades financieras, a la falta de pago de sus clientes, en gran medida administraciones públicas, a la bajada del consumo como consecuencia de la propia crisis. Pero nadie, jamás, ha invocado, como si fuese tabú, que la principal causa del estrangulamiento financiero de estos pequeños empresarios es el desmedido precio del alquiler de sus locales, el cual roza o supera con creces la usura. Podrán decir los juristas que es el precio aceptado libremente por las partes, pero eso no oculta que es el precio «aceptado» dentro de la dictadura del mercado, liberalizado ¿cómo no?, por un socialista, que a la par es millonario, que no es otro que el ínclito Boyer, antiguo ministro de Economía en la etapa de González.
¿Cómo un Gobierno de izquierdas, que debería defender al más débil, permite que el propietario del local obtenga más beneficios que el pequeño empresario que lo explota, arriesga su patrimonio personal, crea trabajo y, por lo tanto, cotizantes a la Seguridad Social? ¿Ya hemos olvidado aquello de «La tierra para el que la trabaja»? ¿Dónde está la verdadera ideología de izquierdas?, ¿por qué se ha dejado suplantar por esta casta de parásitos? Es necesaria una regulación inmediata de este régimen de alquileres que van a sembrar nuestras ciudades de calles oscuras y desiertas.
Luis Prida Álvarez
Oviedo
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