Falso técnico y tercera edad, cóctel perfecto
Con fecha 1 de diciembre compre una lavadora en un centro comercial de Oviedo. Al día siguiente, como viene siendo costumbre en ese centro, me hacen entrega de la lavadora en mi domicilio.
Parece ser que los chicos no han podido instalar pues me dicen que está atascada la tubería y que tengo que llamar a un fontanero.
Todo esto ha ocurrido tan de prisa, dejar la lavadora nueva y llevarse la usada, que no me ha dado tiempo de reaccionar, pues mi lavadora tan solo tenía tres años. Por lógica si la lavadora nueva no podía funcionar por el atasco. Mi lavadora usada tenía el mismo problema.
El día anterior a todo esto, yo me encontraba enferma en cama, por lo que le dije a mi hijo “discapacitado” que llamase a la casa para reparar la lavadora. El chico no me ha entendido y llamó a un servido técnico donde reparaban lavadoras... entre ellas nuestra marca.
Llega el técnico, este “señor” por decirlo de alguna manera, parece ser tenía mucha prisa, pues ya en la puerta me dice que tiene el coche mal aparcado y teme, me dice, le multe la Policía. No pude por menos que contestarle y decirle, señor haber dejado el coche en un parking público pues usted no puede prever el tiempo que va a tardar en arreglar la lavadora, puesto que no la había visto.
Después de cuatro minutos me dice: que la lavadora tiene una avería importante (sobre doscientos y pico euros). Por supuesto y ante esta situación pensé que sería mejor comprar una nueva. Por lo que le pagué treinta euros que me había pedido de salida. No he sido capaz a que me diese una factura, pues según él al no arreglar la avería no se hace factura.
Al día siguiente llega el fontanero (conocido de siempre). Desatasca la tubería. Parece ser que al tener la tubería atascada la lavadora no podía expulsar el agua, de hecho, comenzó a echarla fuera. La cocina estaba encharcada de agua.
Rápido me fui a donde había comprado la lavadora, a decirle al vendedor que deseaba recuperar mi lavadora y que no me importaba correr con los gastos que hubiera ocasionado. A lo que él me contestó que ya no se podía hacer nada.
Ciertamente me sentí engañada por partida doble, primero por el caradura y “falso técnico” al hacer un diagnóstico falso. El solo quería coger el dinero y escapar. Quizá sí o sí ya lo traía bien estudiado.
Por otra parte, el instalador de la lavadora... “al que yo insistí por dos veces” que la lavadora echaba agua por encima, ha sido, o al menos me ha parecido a mí, poco “honesto” por no decirme el “posible problema” que la lavadora tenía. Pues si la nueva no podía funcionar por el atasco seguro que la usada tenía el mismo problema.
El instalador se ha quedado sin palabras, “enmudece” o se ha visto en la disyuntiva de tener que elegir entre defender su puesto de trabajo... lo cual es comprensible con los tiempos que corren.
Así pues, el primer y falso técnico, este caradura, engaña a todo lo que se le pone por delante. A mi edad, con 75 años, una pensión de viudedad, que ya sabemos cómo andan...
No pido me toque hoy la lotería, solo pido salud y justicia.
En definitiva, nadie ha tenido la menor consideración, honradez, ética y decoro.
Gracias, por atender mi carta.
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