Vacunas: la respuesta
Nos enfrentamos al caso excepcional de una pandemia sumamente activa y, dado el riesgo mortal y las secuelas, la ciencia nos da respuesta en un año, cuando tarda normalmente diez. Sin embargo, la respuesta de las personas para seguir las normas anticontagio tuvo siempre sus equivocaciones: unas por despiste, otras por cansancio y otras, lamentablemente, por falta de concienciación. Además, hay una lucha tremenda entre la protección de la salud (protección de las personas) y la protección de la economía (protección de las personas). Lo que hace de la protección de las personas un asunto muy complejo.
Las decisiones deben basarse en la objetividad basada en criterios científicos, y, si es preciso, explicarla y argumentarla. No es que la ciencia sea la poseedora de la gran verdad, sino por ser una gran desconfiada. Si se le da información y el tiempo necesario para analizarla descubrirá lo que es falso y aprovechará lo que quede como verdad útil (mientras no se demuestre que es falso). Afortunadamente el progreso de la ciencia nos permite hacer frente a los problemas acuciantes de este momento (algunos, consecuencia del propio progreso). Sin embargo, si la política hiciese más caso de las alertas de los científicos, el progreso humano sería mucho más conveniente.
En el caso de las vacunas ha sido prodigiosa la rápida respuesta científica. Ahora, la buena política debe lograr que las vacunas lleguen a todos los lugares del mundo, y que los científicos puedan seguir el proceso de sus resultados clínicos; y, por supuesto, las personas colaborar poniéndolas. Solo las respuestas científicas pueden hacer frente a las calamidades globales que, como esta pandemia, pueden acontecer y a las que se debe dar respuesta también global (desde lo individual a lo colectivo). Por eso, cuando la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) apruebe una vacuna, debemos ponerla en cuanto se nos convoque. Aunque, al no ser vacunas anticontagio, se nos exigirá continuar manteniendo la mascarilla y las distancias de seguridad (posiblemente casi todo el año que viene), ya que las personas vacunadas se pueden convertir en asintomáticos propagadores de la calamidad. Sabemos que estamos cansados, pero no podemos hacer otra cosa. Aunque la vacuna ayude en la curación, seguirán muriendo personas y otras quedarán con secuelas para siempre. Nos falta aún este invierno y la primavera y el verano... Pero en esta etapa con vacunaciones ya será todo de otra forma.
Mundo: 1.700.000 muertos, 79.000.000 contagiados; España: 49.824 muertos, 1.854.951 contagiados (datos 24/12/2020).
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