Otro roble sacrificado por capricho
Me gustaría llamar la atención sobre un comportamiento macabro que suele ocurrir anualmente en esta tierra bendecida que es Asturias (pues a mi juicio, lo es por la inmensa y bella vegetación que la caracteriza). Puede parecer una tontería lo que estoy diciendo, pero les aseguro que los turistas o sencillamente la gente que viene de fuera de Asturias creen que es un verdadero paraíso natural por la riqueza de su medio ambiente. Pienso que eso debería enorgullecer a cada asturiano por pertenecer a esta tierra y aprovechar esto para seguir protegiendo este patrimonio natural, sin necesariamente esperar que las autoridades públicas lo ordenen o actúen.
Queridos lectores, es obvio que conozcan el árbol denominado «roble» y no me atreveré a dudar de que nadie sepa que se trata de un árbol de 15 a 40 metros de altura, con tronco voluminoso y grandes ramas tortuosas. Su madera es dura y compacta. Para poder tener tal crecimiento, el roble puede esperar entre 50 y 100 años. Es decir que ese tipo de árbol no crece rápidamente. Entonces me pregunto por qué algunos mortales, insultando la inteligencia de la mayoría del pueblo asturiano, se atreven a considerarse defensores del roble, para solamente cortar esos árboles centenarios a fin de cumplir una tradición de muchos años que consiste en enfrentar a los solteros y los casados en un duelo «arbolístico», en el que quieren mostrar quién de ambos ha cortado y expuesto en la plaza pública el árbol más grande (casados con el roble y solteros con un álamo), ¿y para qué? Nadie lo sabe...
Ante ese sacrilegio gratuito, no importa que sus señorías sigan o no con su tradición egoísta, puesto que esa no es la cuestión; lo más importante es que antes de cortar un roble centenario, por qué no ven la obligación de plantar centenares de robles. Así sólo no van a limpiar su conciencia, puesto que ante el crecimiento lento de ese árbol es necesario efectuar el riego abundante, pero controlar el mal drenaje y encharcado, evitar que se seque, o sea, no sólo hay que plantearlo sino hacer un seguimiento constante hasta su crecimiento. Me pregunto también si esos dichos defensores lo hacen.
Cualquiera que se crea amigo del roble tiene que darse cuenta una vez en su vida de que no es su papel cortar por capricho ese árbol; debe tener o existir en su vocabulario por ejemplo los verbos regar, podar, limpiar, proteger, curar... que debería usar a favor de la familia de los robles.
Les pido responsabilidad y sentido común.
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