Incorrección política
El seguimiento de deuda de Hacienda y la Seguridad Social no tiene capacidad para recaudar a tanto moroso, vamos a llamarles por su nombre; caraduras que sencillamente se columpian en el sistema. No me refiero a un autónomo con tres cuotas atrasadas, señalo a listos que deben decenas de miles de euros al Estado, a veces cientos, en un acumulado de jeta, morro y desfachatez delictiva.
Estos seres saben que las administraciones tienen pocas posibilidades de echarles el guante y trabajan duro para escaquear el patrimonio con trucos, jeribeques y malabares variados. No pocas veces les sirve con no hacer nada, más allá de comprarse cochazos y apuntar a los niños a equitación, conscientes de que lo público tiene limitaciones de recursos y procedimientos para darles su merecido.
Añado, porque me consta, que no son rara avis, ni unos pocos sapos en la charca; aventuro a decir que esas charcas son ciénagas infectas. Y si, amigos, tal es el perfil de mucho emprendedor patrio, convendría saber en qué porcentaje. Y a los limpios de pecado les interesa sobremanera que se arrojen estas piedras sobre los caraduras.
Se repiten en estos días en todo medio y ocasión cantinelas en referencia a los pobres hosteleros y empresarios en general. Yo estoy a favor de que en ocasiones excepcionales como la que transitamos el Estado ayude a la iniciativa privada, particularmente a la pequeña y mediana, a sostenerse en pie. Pero más aun estoy a favor de que esas ayudas se le den a quien esté al corriente de sus obligaciones, que su deporte favorito no sea la elusión, que los contratos de sus trabajadores sean dignos y se desempeñen a rajatabla y que todas y cada una de las condiciones de sus negocios se cumplan nítidamente.
En el clamor de lloriqueos de estos días abunda lo de que en Alemania o Francia se ayuda y bla, bla, bla... estamos de acuerdo; que los empresarios cumplan aquí como allá y se les arrope de igual manera. Me parece justo. Y a quienes no, leña.
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