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¿Cómo es la igualdad de la ministra Celaá?

28 de Diciembre del 2020 - Juan Goti Ordeñana

A las críticas de la oposición la ministra Isabel Celaá solo ha respondido: que era una ley para la igualdad, y repetía que era una ley para la igualdad. Pero hay que preguntarle: ¿cuál es la idea de la igualdad que tiene? Pues no lo ha explicado, y por el historial de su vida, no parece que se haya bajado a comprender a las familias pobres. Una negurítica (como les llaman en Bilbao a los que viven en los casoplones de Las Arenas) no se ve con claridad que conozca cómo se vive a otros niveles de la sociedad. Sospecho que no ha leído aquella novela de José Luis Martín Vigil de "Una chabola en Bilbao", y mucho menos que se haya arrimado a los arrabales para comprender y valorar las diferencias entre lo que es su barrio de Neguri y las barriadas de necesitados que rodean la ciudad. Al ser del PSOE cada vez es más claro que está lejos de los barrios de pobreza.

Recibió una enseñanza en el colegio de lujo del Sagrado Corazón de Bilbao, y completó sus estudios con la carrera de Derecho en Deusto y con una especialización en Filología Inglesa en la Universidad de Valladolid, y sus hijas estudiaron en un colegio para privilegiadas, en el de la Bienaventurada Virgen María-Irlandesas de Leioa, colegio concertado y católico donde los alumnos reciben una enseñanza trilingüe (español- euskera-inglés), a lo que debemos añadir, como los llama ahora su partido, colegio "segregado". Con el sentido de la educación que recibió de su familia, la colaboración con los políticos que trabajó en Euskadi y la defensa que otrora hizo del español, ¿cómo viene a argumentar que esta ley es para la igualdad? De qué igualdad habla, si no ha bajado a conocer lo que es la realidad social. ¡Qué fácil es igualar a los demás desde las alturas!

Ha conocido y vivido la sociedad desde arriba, y desde esas alturas pretende solucionar los problemas de la enseñanza. Eso, si fuera de otro partido, se acusaría de paternalista, y ciertamente no propone una verdadera igualdad, la cual se consigue promoviendo a las personas para que ejerciten sus cualidades hasta el máximo y consigan con su esfuerzo un nivel de igualdad en la sociedad, no regalando el paso de curso con suspensos, para que al final de sus estudios con un título bajo el brazo sean unos verdaderos inútiles. Si con los estudios que ha hecho y la formación que ha recibido cree que la solución de los estudios es salir con un título y una ideología que le ha imbuido un Gobierno de tendencia izquierdista, ¡menuda sociedad que va a resultar para el futuro de España! Porque si así llegan los alumnos a la realidad de la vida que les espera en la sociedad moderna, con títulos académicos pero sin ninguna capacitación, están destinados al fracaso total.

SUMARIO: Reflexión sobre la enseñanza y su propósito de proporcionar los medios para que cada uno desarrolle sus capacidades hasta el máximo

DESTACADOS:

El paternalismo lleva a la Ministra a creer que con los alumnos pasando todos los años escolares con una saca de suspensos está solucionada la cuestión de la enseñanza y se les hace iguales, pero la naturaleza humana no es así, nadie es igual a otro y por esas diferencias nos distinguimos

Si los alumnos llegan a la realidad de la vida que les espera en la sociedad moderna con títulos académicos pero sin ninguna capacitación, están destinados al fracaso total

La sociedad necesita distintas capacidades para que las personas se acomoden al trabajo que les va a surgir en la vida; una cosa es tener iguales derechos y otra muy distinta ser iguales

Ese paternalismo le lleva a creer que con los alumnos pasando todos los años escolares con una saca de suspensos está solucionada la cuestión de la enseñanza, y que se les hace iguales. Pero la naturaleza humana no es así, nadie es igual a otro y por esas diferencias nos distinguimos: unos son altos, otros bajos; unos gordos, otros flacos; unos inteligentes, otros no son capaces de estudiar; a cada uno distinguimos por sus diferentes facciones y caracteres. Los estudios no son para igualar, sino para que cada uno desarrolle sus capacidades hasta el máximo. ¡Qué hubiera sido si hubieran igualado a Torres Quevedo, ingeniero aeronáutico, con Menéndez y Pelayo, historiador, filósofo y lingüista, que eran contemporáneos y de la misma región! ¡Y cómo se podría igualar a Severo Ochoa con Camilo José Cela! Intentar igualarlos hubiera sido el mayor absurdo que se puede pensar, y gracias que no se intentó. Señora ministra, aprenda para qué es la enseñanza: es para promocionar a los niños y jóvenes con medios intelectuales para que puedan desarrollar sus potencialidades hasta el máximo, no para que sean iguales, pues la naturaleza les ha hecho diferentes, y la sociedad necesita distintas capacidades para que las personas se acomoden al trabajo que les va a surgir en la vida. La sociedad no quiere personas iguales. Y aprenda que una cosa es tener iguales derechos y otra muy distinta ser iguales.

Las ideologías que tanto fomentan los políticos de izquierdas no son para todas las personas, porque tienen como objetivo acaparar y subyugar a los ciudadanos, proporcionándoles un futuro de esclavitud, y que estén sometidos a disposición de los políticos. Sobre esta forma de estructurar los estados se tienen malas experiencias. Recordemos adónde llegó el social-nacionalismo de la Alemania del siglo pasado, que amenazó la convivencia de la sociedad europea y llegó a causar una guerra mundial con tanta ruina como no se había conocido en la historia; recordemos, también, el socialismo soviético y chino, que durante más de un siglo han desestructurado la sociedad mundial y han sido causa de la muerte de millones de personas, y el cual bajo nueva forma de globalización se ha entregado a la plutocracia más poderosa del mundo, y son causa de la destrucción de muchos países de Sudamérica, y amenazan a España. Y para ver cómo actúa, léase la novela "1984" de George Orwell. Señora ministra, dígame dónde está la igualdad en todo el desbarajuste que ha causado el socialismo en los estados donde ha caído como una bomba de destrucción.

Y, por último, usted que defendió en 2005, en el "Correo" vasco de Bilbao, el uso del español porque en Euskadi lo hablaba el 80 por ciento, ahora releva el español y promueve que no se enseñe la lengua de los españoles en las regiones que tengan, también, otra lengua. Hace unos días me llamaba por teléfono un vendedor de libros vascos y se lamentaba de la dificultad de vender libros en euskera frente a los libros escritos en español, porque era muy escasa la población que hablaba euskera, y los que lo hablaban no eran lectores en ese idioma.

Conviene reflexionar sobre el valor de las lenguas autónomas que tienen una extensión limitada, y están bien para la conversación local, pero un escritor necesita una población de lectores mucho más amplia. Y el español es la segunda lengua más hablada en el mundo, ¡qué sería de Vargas Llosa si en lugar de en español escribiera en un idioma con una limitada población! Una legislación sobre la enseñanza debe tender a tener la mayor extensión posible, y no limitarse a ser leído por una minoría. ¿Por qué quiere limitar la capacidad de escribir a tantos ciudadanos, porque solo saben escribir en su lengua materna circunscrita a una pequeña región?

Señora ministra, vuelva a su ser, a aquella educación que recibió en su juventud, cuando quería arreglar la sociedad para que llegara a lograr el bien común, en aquella Euskadiko Ezkerra de Juan María Bandrés, con un programa que trataba de humanizar esta convivencia. Reflexione por qué descabellados caminos le está dirigiendo esta ideología que se le ha pegado, y que le ha desviado por caminos deshumanizantes. Ha hecho una ley que destruye la educación. El Ministerio de Educación requiere una mente más clara, y no venderse al mejor postor.

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