Un rayo de sol
¿Qué noticias quiere hoy, Sr. Sancho: política, covid, colegios, ayudas...?. -No, no, lo que quiero es algo que me desarrugue un poco el alma. -Pues... de eso no tengo, lo siento. Vale, me voy tratando de fabricarme yo mismo las noticias. Lo primero, buscar un espacio abierto con más cielo, y árboles, sí, árboles que están ahí durante siglos sin inmutarse, no hay sol pero asoma un tímido rayo entre las nubes, y el rayo va a parar a un banco de esos que no encuentras en ninguna parte, con el respaldo perfectamente inclinado para no clavárselo en la espalda.
Bien, ya no puedo pedir más, así que me pongo a pensar en la existencia misma: cielo, tierra, sol, árboles y... seres humanos. Sí, seres humanos hechos a la imagen de Dios, que poco a poco dejan de reflejarla. Estamos excesivamente absortos en una supervivencia física y material que no deja mucho hueco para el espíritu, y esa carencia nos hace vulnerables al dominio de cualquier poder sin escrúpulos y a su propaganda engañosa, nos deja solos con nosotros mismos dando vueltas a lo mismo, rodeados de nosotros mismos, e infectados de nosotros mismos. Quizá sabemos algo de matemáticas pero casi nada de cómo se desarrolla el espíritu. Sin amor, sin interés altruista en el otro, no hay felicidad.
Me pregunto si encajaríamos en un plan de rescate que requiriese elevados principios para sobrevivir y... no consigo imaginar una larga fila esperanzada en esa vacuna. Sin embargo existe, y una dosis previa podría ser esta: "Cesad de amoldaros a este sistema de cosas; más bien transformaros rehaciendo vuestra mente, para que probéis para vosotros mismos lo que es la buena, la acepta y la perfecta voluntad de Dios" (Romanos 12:2). La dosis definitiva: "Venga a nosotros tu reino -gobierno- y hágase tu voluntad en la tierra". Y el resultado: "Los malhechores serán cortados... pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz" (salmos 37:9-11). El tímido rayo ya es todo sol.
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