Necesitamos una ley de Educación consensuada
Todos lo sabemos, pero vamos dejando, nada hay más importante; pero nuestros políticos les interesa más especular con sus posibilidades de seguir viviendo muy bien de la política. La devaluaron hasta convertirla en mentira constante, en manipulación, promesas incumplidas y engaño. Viven de la confrontación entre ellos, y nosotros les seguimos el juego. Es normal escuchar “son todos iguales”, así es. No les importan las familias, los desempleados, los dependientes, los ancianos, los necesitados, los autónomos, los empresarios, los trabajadores, los jubilados... En vez de apoyar empresas y subvencionarlas en sus justos términos, prefieren hacerlo sobre ellos mismos, cada vez son más a mantener, prebendas de todo tipo, sueldos, seguridad y pensiones de por vida; se buscan vidorra aquí y allí, enchufes y colocaciones, y muchos en esas puertas giratorias de escándalo, ninguno se va para casa a buscarse la vida como todo hijo de vecino, todos se van quedando a vivir de los impuestos de todos... También se dejan llevar por algún colectivo de jóvenes (allí también se colocan ellos y amiguetes) que no han dado un palo al agua en su vida y armando ruido van consiguiendo colocarse entre las instituciones a vivir del cuento y hacer perder el tiempo a quien debiera estar a lo urgente.
Los políticos están para fraguarse su propio futuro, les importamos nada, se pasan de un partido a otro cuando ven posibilidades personales, no por un proyecto de país: los tránsfugas son mal vistos, pero los vemos pegar y despegarse como cromos sin pudor y vergüenza. De lo contrario, los veríamos implicarse en temas de Estado. Uno de ellos es la educación. Pero no, son de mirada corta y aprovechada. Sin educación, sin disciplina y sin valores (lo estamos viendo) se ve claramente, se dejan morir abuelos, ya son un número y gráficos diarios de verdadero escándalo… ¿Los ven tomar medidas para evitar tantas muertes?, ¡no! Antes ya los dejaban abandonados en residencias como perreras… ¿Qué digo? Ya quisieran los abuelos tener la consideración de perrito amado y protegido. Ese bicho que prolifera por las ciudades apresado y encarcelado de los regustos de sus dueños/as (antes eran cosa de los pueblos, allí vivían felices, sueltos y a sus anchas), tenerlos en un piso es maltrato al más alto nivel; luego se dicen animalistas, cuando tienen un trastorno psicológico de amor desmedido a los animales: petofilia. Sin embargo, esos mismos que tratan a esas mascotas como a las personas suelen tratar a sus abuelos como a perros. A los primeros los llevan de paseo y vacaciones y a los segundos a las residencias, donde ni los visitan: crueldad e inhumanidad total.
Una sociedad que no educa bien, su cosecha será la que vemos, energúmenos consumistas, ególatras e insolidarios. Estamos llegando, como dice Gerónimo Granda, con toda la razón, a un chimisqui imposible de aguantar. Se lleva lo políticamente correcto, moralinas sin límite, prohíben, protegen, censuran a los demás, para luego ellos ser unos canallas de cuidado.
Salen colectivos pidiendo lo suyo, son jóvenes cargados de fuerza y adrenalina, pero solo saben pedir, los educamos en la comodidad y siguen. Los vemos pedir permisos de paternidad cuando el país está directo a la ruina, en vez de exigir guarderías y residencias en condiciones para permitirles esa conciliación laboral y seguir produciendo. Algo simpático, los ves con poco más de 20 años decir que les encanta viajar, conducir, veranear, ir de fiestas... ¿a quién no, palurdos? Pero para ello hay que trabajar, para costearse esos ocios y vicios.
También, no dejaré de repetirlo, ese contraste de feminismo adolescente, donde reivindican obviedades, pero, a la hora de aplicarlo a mujeres mayores (sus abuelas), se olvidan de ellas.
Ya está bien, deben los políticos como tarea principal consensuar una ley de Educación en la que de ella salgan hombres y mujeres preparados para la vida, donde la disciplina sea parte fundamental, donde los valores de convivencia, entrega, sacrificio, solidaridad tengan el lugar que les corresponden. Solo así haremos un mundo mejor, no esta especie de mindunguis en manadas que son incapaces de sacrificarse por nadie y piden romper techos de cristal para ellas sin hacer nada por merecerlo, escalar a donde jamás debieran estar.
Debemos dejarnos de minuciosidades, de moralinas y de obviedades e ir al grano, a lo urgente.
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