Ley y seguridad en Europa
El solo hecho de pertenecer a la antigua Europa democrática no nos iguala a ella en muchos aspectos; uno de ellos, la justicia, y otro sus colaboradores necesarios, las fuerzas de seguridad del Estado, a las que tanto ama nuestro vicepresidente Sr. Iglesias Turrión.
Siempre hubo alguna diferencia, quizá por nuestra juvenil democracia comparada con la senectud de algunas europeas, pero desde el Gobierno Sánchez/comunista la distancia aumenta, al mismo ritmo que nos acercamos a la democracia bolivariana.
La justicia parece estar al servicio de la delincuencia y no del paisanaje en general, basta observar lo que ocurre con el fenómeno “okupa”. Es vergonzoso ver que una familia puede perder su casa y sus enseres, mientras la justicia no actúa, o lo hace en favor del delincuente, o la Policía acude a petición de los “okupas” para reprimir a los vecinos que protestan por las molestias y agresiones que reciben.
En Europa, la antigua, una “okupación” se resuelve de forma lógica: se presenta la autoridad, requiere al “inquilino” la escritura de propiedad o en su defecto el contrato de alquiler, si no lo tiene le ordena recoger sus pertenencias y que les acompañe. La solución a las necesidades del “okupa” la facilita el Estado, no el particular propietario.
En esa misma Europa, si se produce un acto como el reciente de Llinás del Vallés, la Policía no mira para otro lado, resuelve conforme a ley, pero conociendo que tiene la exclusividad de la violencia y detiene a los infractores, no hace el paripé de esperar y detiene a dos entre los cientos de infractores.
Y sin ser pesado, me extiendo, si en esas antiguas democracias se produce un golpe de Estado, aunque solo dure dos minutos por simple cobardía, se les juzga, pero no se está pensando en amnistías, porque “la culpa fue de todos”.
Estén seguros que en la Europa a la que me refiero nunca ocurrirá que las fuerzas de seguridad del Estado no serán capaces de hallar cientos de miles de urnas electorales importadas. Aquí ocurrió, pero no fue culpa de esas fuerzas, sino de otras, las políticas.
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