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Víctor, Mita y Durban

26 de Julio del 2010 - Gema Chocano Díaz (Madrid)

En los pocos días transcurridos desde la proclamación de la selección española de fútbol como campeona en el Campeonato del Mundo de Sudáfrica expertos y no expertos en la cosa del balompié no se han cansado de señalar que los jugadores que nos han traído la copa a casa son un magnífico ejemplo para nuestros jóvenes y niños, que cargan, como cargan todas las nuevas generaciones, con la responsabilidad de mejorar el país que recibirán en su madurez. Yo también lo creo, seguramente porque los jugadores de la selección española han mostrado, en mi opinión, un empeño estoico en hacer lo que hay que hacer, sin reparar en las dificultades.

El azar, triste azar, ha querido que las victorias de la selección española se hayan solapado en mi vida con la pérdida de Víctor y Mita. Víctor nació en Muros de Nalón pocos meses después de la Primera Guerra Mundial. Recordaba con toda lucidez los años en los que, junto con su padre, recorría el occidente asturiano con un carro de bueyes en jornadas inacabables que, generalmente, comenzaban a las cuatro de la mañana, hiciese frío o calor, lloviera o nevara. Ese fue su primer trabajo, siendo todavía un guaje. Después vinieron otros, no menos duros. El último fue en la Junta de Obras del Puerto de San Esteban de Pravia, en los tiempos en que, debido al esplendor de la minería los barcos amarraban en batería.

Mita nació en Castañeras, Cudillero, seis años antes de que se proclamase la Segunda República. Como gran parte de las mujeres del campo asturiano de su generación, sabía hacer todas aquellas cosas que se dejaron de hacer en casa antes de que yo naciera: el pan, el jabón, la ropa. Jamás he pasado un día con ella en el que no tuviera tarea. Dejó de trabajar doce días antes de irse.

Contaba Víctor que en cierta ocasión llegó un barco a San Esteban con rumbo a Durban, Sudáfrica, cerca del Polo Sur. Recordé la historia, que no incluyo por razones de espacio, mientras veía a nuestros futbolistas disputar el estupendo partido que los enfrentó a Alemania justamente allí, en Durban. Fue entonces cuando me di cuenta de que, a pesar del fiasco de Naranjito, el gol fallado de Cardeñosa, el que no paró Arconada, la nariz rota de Luis Enrique, etcétera, etcétera, también nosotros hemos tenido ese buen ejemplo de empeño estoico a pesar de las dificultades: todos, a buen seguro, hemos tenido a nuestro Víctor y a nuestra Mita.

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