El secretismo en torno a Juan Carlos I
Son muchas las conjeturas que se vienen haciendo en torno al rey emérito desde que se le "invitó" a salir de España, el pasado 2 de agosto.
Desde su llegada a los Emiratos Árabes, hace ya más de cinco meses, es raro el día en el que no hay alguna noticia relacionada con sus problemas con la justicia o con con sus actividades. También se especula continuamente con las visitas que recibe, con sus intenciones de volver a España o con imágenes de su vida en lo que aparenta ser un dorado destierro.
Al margen de teorías, la realidad, cruda y dura, es que acaba de cumplir 83 años, que se encuentra muy deteriorado, a tenor de las imágenes que se han podido ver; que es "todavía" rey de España, aunque sea a título honorífico; que fue Rey de España, con todos los honores, durante muchos años, en los que su imagen recorría el mundo como ejemplo de progreso y de modernidad, y que ha pasado a ser un problema no solo de la Casa Real, sino un verdadero problema de Estado, un problema tanto para su hijo y sucesor, Felipe VI, como para el Gobierno de España, que, a estas alturas, no saben cómo abordarlo.
Juan Carlos I es, por tanto, un problema. Un serio problema que tiene que resolverse de la mejor manera posible porque está en juego no solo su propia imagen sino la imagen de España y de la Monarquía, que está resultando muy perjudicada con un asunto que se les ha ido de las manos a quienes corresponda solucionarlo, y que requiere una urgente solución.
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