¡Qué calamidad de políticos!
Que la administración de la vacuna, su reparto y distribución iba a ser arma de confrontación política ya era cosa más que sabida. La derecha de este país no soporta la posibilidad de que la vacuna –con todos los obstáculos y vicisitudes que a buen seguro va a tener– acabe dándole réditos al actual Gobierno, y tengo para mí que muchos de ellos preferirían un escenario de caos total.
No es nada nuevo, la derecha, cuando nos gobierna, son maestros fúnebres en la utilización de las víctimas como arma arrojadiza contra el rival, ya lo hicieron con las de los atentados de ETA, lo hicieron con las de los atentados del 11M y ya lo están haciendo con las de la pandemia del coronavirus, y así seguirán; los muertos para ellos no son sino munición para la refriega política. Muy triste y doloroso, pero así es.
A esta oposición, representada ahora por la derecha bipartita y rancia del Partido Popular y de Vox, todo le aprovecha para el convento, sea una cosa o la contraria. Ahora son las pegatinas de las cajas de vacunas en las que el Gobierno ha colocado la bandera roja y gualda y el logotipo “Gobierno de España”, mañana será que un juez llame a declarar al Rey emérito por sus fechorías y pasado mañana serán los hipotéticos indultos de los encarcelados catalanes.
Hay que tener jeta, ellos que se han apoderado de la bandera que es de todos, que se envuelven en ella y empapelan las calles con tiras kilométricas y que hasta la llevarán cuando tengan que ir al excusado, para atreverse a criticar ahora al Ejecutivo por rotular las cajas de esa forma.
El presidente del PP, esa rábula con título regalado, le pide a Sánchez que haga un reparto equitativo de la vacuna y sin propaganda. Casi estaría de acuerdo con él y aún iría más lejos. Si yo tuviera arte en las decisiones, a toda la jauría de políticos de la derecha les daría ración doble, en cada pinchazo les inocularía una dosis contra el covid-19 y otra contra la rabia. De esa forma, seguramente no dejarían de ladrar, pero al menos ladrarían más bajo.
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