Las fiestas clandestinas y los desaprensivos
Los organizadores y los asistentes a las innumerables fiestas clandestinas de las que tenemos noticias, que seguramente serán una mínima parte de las que se celebran, demuestran un desprecio absoluto a la sociedad y una total ignorancia de las mínimas normas sanitarias y de convivencia que la mayoría de la población está respetando escrupulosa y solidariamente.
El desmantelamiento de este tipo de festejos por la Policía, aparte del desgaste y del coste para el erario público que genera el que las fuerzas del orden tengan que intervenir en estos "saraos" ilegales, representan también una burla de los más elementales criterios de comportamiento social, por lo que deberían tener una contundente respuesta no solo por el perjuicio que supone el empleo de recursos inútiles, sino por los contagios directos e indirectos que generan, y por sus posteriores consecuencias, que son enormes y que pueden resultar fatales.
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