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La vida es riesgo, libertad y valentía

8 de Enero del 2021 - José Viñas García (Oviedo)

En los años de juventud de los ahora mayores de 60 años, recuerdan compartir caleyas, patios y juegos con niños y mayores. Había muchos niños en cada familia, necesidades todas, pero observabas alegría y felicidad por todos lados, se divertían con poca cosa, no necesitaban mucho, solo compañía, siempre en la calle correteando, respetaban a los mayores, los mayores les enseñaban cosas de la vida, incluso jugaban con ellos, y ambos eran felices. Ahora no, los niños juegan con videoconsolas, con el móvil pegado así, televisión a todas horas, están sentados horas y horas, se ven niños tristes, sin energía, apocados, tienen de todo y no se sienten saciados jamás.

Sus abuelos, cuando ya no valen para cuidarlos y hacer de niñeras, se convierten en un estorbo, los van dirigiendo a esos lugares que, a pesar de lo desaliñados e inhumanos, están mejor que con sus hijos y nietos, ¡ya ven el percal! Los meten allí, mientras pasean perritos y los llevan de vacaciones, cosa que jamás hicieron con esos abuelos. Esas residencias con un Gobierno en condiciones serían lugares protegidos e inspeccionados, lugares encantadores donde se les diera el trato que merecen esas personas en sus últimos años de vida. Pero no, son lugares sinestros, huele a abandono y tristeza todo, alejados de todo control de sanidad y calidad. Es puro negocio consentido por todos.

Hemos retrocedido en armonía, vecindad, camaradería, solidaridad, compañerismo, alegría... y solo ganamos en repotencias, egoísmos, consumismo, envidias, hipocresías... creamos un mundo endeble, carente de ilusión alrededor de uno mismo, solo importo yo, el de al lado que se las arregle como pueda. Nada mejor que observar el comportamiento de estos jóvenes, potencian musculitos y se olvidan del cerebro. Qué decir ante el riesgo de muerte palpable de sus mayores si se contagiaran del covid. Pues a ellos, ajenos a ese riesgo, los vemos comportarse de una manera irresponsable e insolidaria, totalmente opuesta al cariño que debieran sentir por sus padres y abuelos. Muchos dirán: son unos pocos, no tan pocos, pocos son los que salen a la luz en jolgorios propios de cárcel inmediata, ya que están poniendo en riesgo a los demás y colapsando la sanidad. Pero muchos tienen suerte, no se privan de nada, ya perdieron el miedo, incluso el miedo a contagiar a sus abuelos y padres. Eso sí, salir a trabajar les cuesta más, piden permisos de paternidad, la economía por los suelos, millones de parados y tenemos que pagarles el sueldo en casa. Guarderías deben pedir, y a producir.

Luego, los gobiernos son como ellos, jóvenes que no saben sufrir, pelear por el pan, sudar, mojarse, pasar frío y madrugar cada día. Esa comodidad la direccionan en sus políticas, no se mojan, solo pretenden mantenerse en el cargo. A quien pida, le van dando, no saben decir que no, no saben mandar, les falta experiencia. No toman determinaciones por ellos mismos, esperan a ver cómo respiran los demás. Se incrustan colectivos entre ellos propensos al victimismo y al arribismo personal. Todo es mentira, un cuento, los científicos y los intelectuales, no están en esos colectivos, son carajillos y carajillas en busca de enchufe propio. Ya sean ecologistas, animalistas o feministas. ¿Quién puede estar en contra de obviedades? Todos queremos un mundo mejor, mejorar el ecosistema, pero no dirigido por cuatro imberbes e ignorantes. Todos deseamos lo mejor para los animales, pero no a costa de perjudicar familias y medio de vida, antes las personas. Además, es todo mentira, ellos viven en las grandes ciudades pertrechados de calefacción y aire acondicionado, viajan en aviones y queman gasóleo. Ahora con esta nevada y frío, ¿ven a alguno rescatando pajaritos, venados o jabalíes? Son una mentira en sí mismos. Todo para vivir del cuento. Eso sí, dejarán un reguero de pobreza, una España vaciada y empresas sucias que cierran para no abrir ninguna limpia en su proporción que absorba ese empleo de calidad que tenían las anteriores industrias.

Con las feministas, estoy cansado de repetirlo, pasa lo mismo. Que nos cuenten ¿cómo evitarán en cada casa que se cometan agresiones y abusos? Pero es igual, ellas se colocan de ministras, secretarias de Estado, defensoras de la mujer y un sinfín de cueles y a vivir. Mientras, a las abuelas (mujeres a millones) las maltratan y consienten su maltrato a ojos vista de todos. La defensa de la mujer es su propio beneficio personal, nada más.

Todo ello (ecologismo, animalismo, feminismo) debe estar dirigido por personas expertas, con experiencia en la vida y preparadas, no sacar leyes y normas como churros que empeoran todo. Los imbéciles, los argumentos y los agresores se encuentran en su salsa dentro de este tipo de sociedad puritana, con moralina, cargada prejuicios y acobardada que pretende trasladar los delitos de unos pocos al resto de sociedad. Si ustedes hacen malos a todos los hombres, los malos de verdad, se camuflan entre los demás, luego les costará más identificarlos, todo el monte no es orégano, ¿comprenden? Todos estamos en contra de la violencia, la ley debe responder y nosotros educando, el resto es pedir al cielo que nos traiga sol todo el año.

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