¿Inteligente o sabio?
Ser inteligente no es igual que ser sabio. Una persona inteligente que fuma tabaco -y hay donde escoger en la historia y en el presente- es consciente de que el tabaco perjudica su salud y la de los que conviven con él, o trabajan, o están cerca, pero el vicio se sobrepone a la razón. Podríamos añadir cualquier otro tipo de comportamiento nocivo. La persona sabia, aunque quizá no posea una gran cultura, incluso aunque nunca haya pasado por la escuela, pone en práctica en su vida los principios que haya ido recogiendo entre los valores que hacen al ser humano verdaderamente humano.
Hoy, la sabiduría no está valorada. Con inteligencia se gana dinero, votos, o la admiración general. La sabiduría, por su parte, quizá nos enfrente a un mundo que no quiere enterarse de la verdad, un mundo que prefiere la mentira festiva, ganancial, ventajosa, complaciente, o simplemente somnífera. La verdad en nuestro interior nos obliga a no copiar el examen ajeno, a no decirle a la chica que pensamos en boda cuando solo pensamos en revolcón, a no engordar el currículo con másteres apañados, a declarar todo lo declarable a Hacienda, a no mentir a nuestros hijos con tradiciones que perjudican su formación.
El niño que se ha portado bien espera una recompensa de Papá Noel, o de los Reyes Magos. pero si sus padres no tienen más economía que la justa para pasar el mes, recibirá una desilusión, y cuánto más al comprobar que el compañero más puñetero de su clase ha recibido un montón de juguetes de última generación, porque sus papás se lo pueden permitir. ¿No sería mejor enfrentarse a la desilusión sobre una mentira que a la desilusión de una injusticia?
El Papá Noel es un invento y lo de los Magos es todavía peor. No, no eran reyes, ni llevados por Dios para poner en peligro la vida de su Hijo; tan solo magos. Según Heródoto (The International Standard Bible Enciclopedia), muy probablemente sacerdotes zoroástricos, siguiendo un siniestro fenómeno paranormal que los condujo a Jerusalén, para avisar al potencial asesino de Jesús.
La verdad parece más inteligente que sabia. Claro... hace falta valor para decirle a la mentira institucionalizada: no cuentes conmigo, y... echarse al mundo encima, y además, quizá tampoco sea muy inteligente, si estamos muy enganchados a sus tradiciones y mentiras festivas.
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