Funerales made in Lugones
Aparecía hace semanas en este periódico una carta sobre la atención material buena que dispensa el actual sacerdote de Lugones. Sin conocer muy a fondo la realidad de esta localidad quisiera añadir otro punto de vista que complete la visión del otro lector.
Por circunstancias primero de un familiar próximo y luego de una amiga acudí este año recién concluido de 2020 a dos funerales en la iglesia de Lugones, el primero fui para acompañar a mi tía al funeral de su amigo Remigio Fernández Rodríguez y el segundo tiempo después al funeral de una luchadora como fue Blanquita González.
El primer funeral ciertamente me llamó la atención la solemnidad que el sacerdote le dio como si estuviera enterrando a alguien cercano por la cantidad de detalles que uno capta: la música de órgano, los cantos, el incienso... realmente pensé que sería muy próxima la familia del difunto al cura por que llamaba poderosamente la atención lo cuidada que estuvo la celebración.
Ya mi sorpresa plena fue esta semana con el funeral de Blanquita -Blanca Nieves González Álvarez-, que hasta me extrañó que la familia quisiera hacerle funeral pues jamás tuve la menor noticia de que fuera mujer de Iglesia; y sin embargo el párroco, como un caballero, le hizo un funeral digno del mayor devoto. No faltó de nuevo el menor detalle. Una, que está acostumbrada por su edad a frecuentar cada vez más despedidas de conocidas y conocidos por media Asturias, me llevé una gratísima sorpresa. Gracias a Dios no todos los curas son iguales, no todos los curas despachan el funeral en veinte minutos sin un triste canto ni un triste gesto.
Me gustó cómo sonó el órgano y me interesé por saber de quién había salido la idea de contratar al músico, pues me parecía una idea preciosa aunque quizás al preparar el funeral de un ser querido sería lo último que recordaría de tener presente. Y resulta que el organista lo pone el sacerdote para todos los difuntos, lo paga él, para que luego digan que solo meten en el bolsillo pero nunca sacan. Cuando me confirmaron ese dato me salió del alma decir: ''Si lo llego a saber primero hubiera sido más generosa en el cepillo, pues si en mi parroquia, que el funeral se hace rezado, echo poco, aquí que al menos se lo curran sí tenía sentido colaborar''. Me reconforta saber que hay personas que hacen las cosas de corazón sin esperar nada a cambio, seguramente damos las cosas por debidas y a menudo nos cuesta decir: gracias.
Es de agradecer que haya personas que no se queden en el mínimo esfuerzo, sino que den lo mejor de sí mismos. Yo cuando me muera es lo que quiero, un bonito funeral, con música, con cantos, yo ya lo he dicho en mi casa: ''Quiero un funeral al made in Lugones''.
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