Patada en la lata
Cuando éramos niños era muy divertido dar patadas en la lata y continuar avanzando.
¿Acaso no es el capitalismo más que una gran patada universal que hace que la economía siga rodando, con grandes grupos y países financiándose unos a otros, comprando sus deudas para que estos a su vez paguen y financien a otros muchos?
Lo que llamaríamos economía circular o una economía doméstica amplificada.
No avanzaría nuestro mundo si no asumiéramos deudas, y además es básico cumplir con ellas a su debido tiempo y forma. Disculpadme, "pufistas".
En nuestra historia reciente y desde el punto de vista económico (y político, queridos jóvenes negacionistas) los Pactos de la Moncloa supusieron un antes y un después. El otro gran espaldarazo a nuestra economía fue nuestra incorporación a la CEE.
Tras este 2020 nuestro déficit aumentará exponencialmente y estará justificado y permitido por nuestro ángel de la guarda Europa.
Pero aun posicionándome a favor del salario mínimo vital, de la sanidad universal, de la subida del salario mínimo, de mayor presupuesto para I+D+i y de otras medidas sociales de gran envergadura, seguimos sin acometer las reformas que deberían llevarnos a otros Pactos de la Moncloa:
- Austeridad real para nuestras castas políticas, tanto en el Estado como en autono-suyas, ayuntamientos, mancomunidades, diputaciones... Fin al despilfarro. Pidamos consejo y copiemos a Alemania, no a Bélgica.
- Afrontar con valentía, de una vez por todas, la economía sumergida. Algunas fuentes aseguran que estamos en un 25% del PIB. Más profesionales y más medios para esta gran causa justa y necesaria.
- Reforma total de nuestra política fiscal. Grandes corporaciones del Ibex-35 pagando el 3% y reteniendo de las nóminas el 30, 40 y 50% no parece razonable. Consulten y copien a Francia en su política fiscal.
- Persecución de dinero "fabricado" en España y depositado en paraísos fiscales, algunos dentro de la misma Europa.
- Ayudas a los verdaderos creadores de empleo y fin a las políticas de hostigamiento. El objetivo debe centrarse en que ninguna empresa viable (por pequeña que sea) deba morir por falta de ayuda del Estado por el bien común.
Resultará difícil que nuestros líderes lleguen a grandes acuerdos (confío en que Europa les obligue antes o después), pero deben saber que corren el riesgo de que la lata golpee contra el muro. Y en ese momento haremos lo que decía un amigo mío de la infancia: "Solo mirábamos a nuestro pie y al suelo y así es imposible ver el muro".
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