La plaga del ocio impuesto
El Gobierno debería plantearse compensar económicamente a los numerosos colectivos practicantes del deporte estático, de moda en nuestro país: la ociosidad.
A los que practican el ocio por obligación (desheredados de la fortuna, parados, mendigos, inmigrantes), habría que añadir otros colectivos que lo practican por devoción y se pasan el día tocándose las gónadas; incluso los hay que se lucran con el trabajo de los demás en su propio y exclusivo beneficio.
Unos y otros, enfermos de ocio, matan el tiempo criticando al Gobierno, teorizando sobre lo divino y lo humano, haciendo conjeturas, generando conspiraciones o aventurando desastres apocalípticos sin ton ni son.
¿No creen, señores del Gobierno, que con toda esa pasta que nos regala Europa y que no asignan a sectores necesitados, una paguita "inesperada" para estos colectivos ociosos haría que las críticas se volvieran loas, que todos fuéramos, ahítos de felicidad, a ponernos la vacuna cantando a coro "estas son las mañanitas que cantaba el rey David..."; dedicáramos a Sánchez el "es un muchacho excelente, es un muchacho excelente... y siempre lo será", o a Illa el "adiós con el corazón, que con el alma no puedo..."?
Dejaríamos a un lado las críticas nocivas y malintencionadas contra ministros entregados "full time" en cuerpo y alma, a solventar los problemas sociales y penurias económicas de nuestros compatriotas, olvidando sus continuas y exasperantes muestras de inutilidad e incompetencia.
Por cierto, en reciente jocosa conversación de un minigrupo de ociosos conversadores pude escuchar cómo decían "divino calvo" refiriéndose a Iglesias; ¡divino calvo!, todo un enigma para mi corta inteligencia, viendo "la mata pelo que tié el gachó", y de la que hace pública ostentación y reverencia.
Pero uno, que está jubilado y ocioso, ha triplicado esfuerzos y ha dado con la solución, presuntamente.
¿A quién se reconoce como "divino calvo" en la historia? Salvando a César, leonés y antiguo delantero del FC Barcelona, que además de calvo era un gran rematador de cabeza, de ahí el apodo, el tema viene de más antiguo, concretamente del siglo I antes de Cristo, y hace referencia a Julio César, el Cid Campeador transalpino, hombre conocido no solo por sus virtudes guerreras (conquistó media Europa y llegó a ser dictador vitalicio de Roma), sino también por sus vicios privados.
Al entrar en Roma, sus soldados gritaban: "¡Encerrad a vuestras mujeres que ha llegado el divino calvo, el marido de todas las mujeres y la mujer de todos los maridos!".
¿Irá por ahí la cosa, con la fama que tiene nuestro "gachó" patrio? Claro que César era bisexual... ¿Entonces? Uhmm, tendré que emplear mi ocio en seguir investigando.
Ah, un consejo a las ociosas mujeres feministas que creen que ahora que tenemos libertad de expresión y democracia (la dictadura era con Franco) pueden "volver a casa solas y borrachas".
Mujer socialista, comunista o del Partido Popular, no hagas caso a eso de "volver a casa sola y borracha". En esta España de piratas y truhanes te sale un jorobado ocioso en una noche oscura, te la lía, hace fotos, se las queda para él solito, y luego te envía un email en DinA-4 invitándote a ver otro día "La ley del silencio" o, alternativamente, "50 sombras de Grey". La educación tradicional te habría protegido. Que lo sepas.
Decía Stefan Zweig: "Nada torna a la gente más desnaturalizada e insubordinada que una larga y constante ociosidad".
Saludos cordiales.
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