A vueltas con los militares
Lo que la historia enseña es que existe una lógica en todo aquello que sucedió en el pasado J. M. Sánchez Ron
En carta publicada en este medio un señor trata de justificar, con más o menos fortuna, la infumable actitud de ciertos militares que escriben cartas y chatean ejerciendo sus libertades. En mi opinión su elaborada argumentación roza lo barroco hasta asir con pinzas "su verdad".
Estoy de acuerdo en que la misiva no tiene desperdicio, que dé en la diana o se pegue en el pie es otra cuestión. El contrapunto que se me ocurre es más de andar por casa, sin ramas. A ver si soy capaz.
Al ejercer su derecho de expresión esos señores jubilados no hacen sino mostrarse en lo que son y fueron, es decir, unas personas contrademocráticas que apenas conciben otra España que la que ellos digan. Niego que su edad y goteras sean atenuante en cuanto a lo que expresan, porque lo que a algunos nos espanta es que hace no tanto esos individuos tenían mando en tropa y unas exigencias en función de las cuales el pueblo mondo y lirondo les presta las armas. Esa es la parte que a algunos o muchos les cuesta entender; que los barcos, los calibres y las ánimas estriadas no son suyas, son de la patria a la que tanto dicen amar.
Militares en activo y coleando, el mismo teniente general retirado alumbra sobre ellos como antiguos subordinados y eslabones de la misma cadena de emulación, han enviado una carta al Rey diciendo, más o menos, denos usted la orden y nos dedicamos a cazar rojos, que eso se nos da bien. No sé qué tiene de valioso e incuestionable que mensajitos en esa línea los diga un teniente general retirado, como si su grado le confiriera el fulgor de la infalibilidad y requiera una sacrosanta aceptación. A esta gente se le paga para que sirva a la España que toque, y si toca que haya cinco mil tanques esa habrá, pero si toca, un suponer, la del triunfo de un pacifismo utópico, deberán entregar las armas y dedicarse a hacer calceta o senderismo. A eso, más o menos, se le llama democracia. Otra cosa es que esa palabra a muchos les provoque reacciones alérgicas, y es ahí en donde muchos vemos el problema; no parece que en Occidente haya esa inquietud en los ejércitos con respecto al devenir de las naciones a las que sirven, más allá del asesoramiento profesional y no como una actitud vigilante hacia su propio pueblo como si tuvieran que impedir que se desvíen de un carril establecido, si me equivoco en este aspecto agradeceré que se me amplíe información.
Entre tanto, el mismo teniente general retirado en su carta reconoce que no son cuatro gatos, muchos seguiremos pensando que en las FF AA anidan demasiados -uno es demasiado- elementos discrepantes con las reglas del juego democrático. Aclaro que nadie, repito, nadie, dijo que la Constitución no se pueda tocar. Y en cuanto a otros aspectos, incluido el de la unidad territorial, tampoco selló Dios tal cuestión para la eternidad. Afortunadamente, todo puede variar y cambiarse. Preferiblemente sin fusilar mucho, añado.
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