Eucalipto, el pelotazo global
Por mucho que algunas empresas del sector hayan cruzado todas las líneas rojas y se dediquen a utilizar el día del árbol para lavar el cerebro a los niños con las bondades del eucalipto. Por mucho que manipulen y traten de engañarnos con burdas mentiras como la eficiencia del eucaliptal en la captura del CO2 hay que recordar que los eucaliptales son una verdadera maldición para esta tierra. Cuando se trata de tomar decisiones de efecto duradero es preciso pensar en el impacto que tendrán sobre las generaciones futuras y sin duda bajo este punto de vista el eucalipto debe empezar a erradicarse buscando las alternativas más adecuadas. Es claro que las papeleras propugnan todo lo contrario, la plantación masiva para obtener su materia prima al menor coste posible. Cuando los vaivenes del mercado lo aconsejen ya invertirán en otro lado. Pero los paisanos y especialmente las administraciones deben pensar que llega siempre un momento (véase lo que sucedió con el ladrillo) en el que las cuentas no salen. Porque cae la demanda de papel, porque se ha saturado el mercado, porque otros países venden a precios más competitivos, etcétera, etcétera. Es entonces cuando se descubre que la reconversión de las plantaciones es cara y difícil y el eucalipto se convierte en un camino de difícil retorno; un verdadero lastre para el futuro de una región que no puede disponer de los terrenos ocupados. Científicos como Francis Hallé llevan décadas alertando de las consecuencias de la plantación masiva de eucaliptos en todo el mundo y el desplazamiento de los usos y paisajes tradicionales que conllevan estos monocultivos. La mundialización de los árboles está en marcha, dice este botánico, pero he aquí que favorece sobre todo a los industriales de los países ricos, en cuanto a la gente de los países pobres sus árboles favoritos son especies humildes que no interesan a los financieros ni a los tecnócratas. España, Chile, Argentina, Brasil, Etiopía, Portugal, California... tienen ya comarcas enteras dedicadas a este monocultivo. Por eso hay que repetirlo tantas veces como sea necesario: el eucalipto plantado masivamente tiene un efecto desastroso sobre la biodiversidad y además secuestra el futuro, al implantar un cultivo que difícilmente puede reconvertirse. Como en otras cuestiones, las administraciones y compañías juegan al margen de los intereses de los pueblos y los territorios y cada vez más lo hacen de manera global para conseguir beneficios desorbitados a costa de empobrecer de forma casi irreversible suelos, paisajes y personas. Estamos consiguiendo la globalización de la especulación a todos los niveles y desgraciadamente cada vez parece que nuestras voces se pierden en esa ceremonia de la confusión que tan arteramente están propiciando las empresas con la connivencia de los responsables políticos que no tienen los arrestos para poner coto a esta nueva forma de colonización. Si antes se invadían reinos y países por las armas, hoy los nuevos tiranos controlan desde sus despachos el mundo entero y nuestros gobernantes en vez de ejercer las funciones de previsión y regulación que se esperaría de ellos sirven magníficamente a sus amos traicionando de manera sistemática a quienes cada cuatro años les dan su voto de confianza.
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