Paseo Tini Areces
Leo en LA NUEVA ESPAÑA la propuesta de la dirección de la Autoridad Portuaria de Gijón de bautizar el paseo de la playa de Poniente con el nombre de Vicente Álvarez Areces, propuesta que queda pendiente de la decisión del consejo de administración de esta entidad y que –como indica la noticia– ha levantado los recelos y críticas por parte de dirigentes vecinales (?) y toda la oposición municipal salvo el PP.
La transformación de Gijón en los años en los que Tini Areces fue su alcalde o desempeñó la presidencia del Principado de Asturias ni cabe en una nota periodística ni, para el conjunto de los asturianos –y lo dice uno de Oviedo–, necesita recordatorio alguno.
Los que se oponen a este reconocimiento tan sencillo, tan barato y tan merecido disfrutan de las playas creadas de la nada, de paseos, de barrios transformados en auténticas urbanizaciones –revalorizando sus propiedades–, de puertos deportivos y de un puerto comercial que siguen siendo un activo para la sociedad asturiana, construidos por iniciativa de un equipo de personas que lleva años sufriendo las consecuencias de denuncias aún no resueltas ni por la justicia española ni por la Unión Europea, cómplices en lentitud, torpeza e ignorancia.
Frente a lo anterior, hay que preguntarse qué ha hecho –por y para Gijón, por y para Asturias– este colectivo opositor de mezquinos y miserables que se oponen a esta distinción, alguno de los cuales únicamente pasará a la pequeña historia del Principado de Asturias por sus chanclas y sus bermudas.
Al igual que en ocasiones el prologuista de un libro supera con creces al autor, y le prestigia, el propuesto para el bautizo de una obra pública sobrepasa en sus merecimientos lo que se le pretende reconocer, como es el caso.
Si yo fuese la viuda de Tini, o uno de sus hijos, me detendría a pensar si el paseo, la oposición del Ayuntamiento o los promotores de esta miserable polémica se lo merecen.
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