La resaca

23 de Julio del 2010 - Manuel García Linares

A los pocos días del gran triunfo de la selección española, la Roja, uno ya empieza a sentir la resaca de esa euforia que nos ha hecho sentirnos el centro del Universo, ese centro en donde iban a confluir los dos grandes jefes de Estado, Zapatero y Obama; que, por cierto, aunque nadie ha visto esa confluencia, sin embargo sí hemos visto cómo han confluido todos los continentes en torno a un equipo comandado por un hombre sencillo –al decir de Pepe Reina, la «bondad personificada»– como es Vicente del Bosque. Éste es el mayor acontecimiento deportivo vivido por este país desde que se iniciaron los Campeonatos del Mundo de Fútbol en el año treinta. Esperemos que la resaca sea llevadera y que se confirme ese crecimiento del seis por ciento en el PIB. Y que al igual que la selección seamos capaces de jugar todos en equipo para ganar el gran campeonato frente al paro.

Cuando uno entra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en una de sus primeras salas se encuentra con la obra de Jaspers Johns sobre la bandera. Lógicamente, esta obra es sobre la bandera americana y a mí me da mucha envidia ver cómo estos americanos, al igual que la mayoría de los ciudadanos civilizados del mundo, sienten un gran respeto por su bandera hasta el extremo de llevarla a ser el centro de una gran obra de arte, sean de sentimientos religiosos o agnósticos; sean de izquierdas o derechas. Tengo que realizar una obra de arte sobre nuestra bandera, la española, esa bandera que debe ondear, como lo ha hecho durante este campeonato, sobre las otras banderas, respetando una España autonómica o federal, según decidan nuestras leyes.

Subtítulo: El gran ejemplo que ha dado la selección española de fútbol

Destacado. Confieso que he sufrido y me he emocionado con estos jugadores que han logrado el milagro de unirnos a todos bajo una bandera

Jamás había vivido un momento mas emotivo de exaltación patriótica en donde el pueblo español se sentía unido bajo una bandera, roja y gualda, quizás la mas vieja o una de las mas viejas de Europa, sin complejos ni manipulaciones porque esa es una bandera de todos, no es derechas o izquierdas, de fachas o rojos; la verdad es que somos un pueblo bastante «cainita», dispuesto siempre a marginar a aquellos que no son de «nuestra comba», o mejor dicho; «de nuestro pesebre»; al final resulta que son siempre los mismos pero que se mueven de un lado a otro, según los intereses, por ello se necesita que vayan identificados con otras enseñas.

No soy amante del fútbol, pero confieso que he sufrido y me he emocionado con estos jugadores de la selección que han logrado el milagro de unirnos a todos bajo una bandera. Ahora entiendo, por qué D. José Maldonado, último presidente de la II República Española, me decía en la rue de la Glacière, en París, sobre un sofá con una bandera tricolor formada por unos cojines, que uno de los errores de la Segunda República había sido cambiar la bandera, porque en la primera solamente se había cambiado el escudo. Yo, en mi ignorancia, creía que el tricolor era inherente a la República, y en aquel momento me di cuenta de la cantidad de repúblicas que existen sin el tricolor. Pero nuestro problema es diferente, es el de crear e identificar las «dos Españas», la de los buenos y la de los malos, según quien las mire. Pero la Selección (con mayúsculas), nos ha dado una lección: nos ha dicho que una España mejor es posible; claro que para esto tendrían que intervenir unos políticos inteligentes, con ganas de ganar para todo el pueblo y no para unos pocos.

Ha sido un gran ejemplo el que nos han dado estos jugadores dirigidos por la batuta de ese hombre humilde que emocionaba al verlo al lado de su hijo Álvaro, quien quizás le haya hecho vivir la mejor de las realidades.

Esta selección es todo un orgullo, un orgullo tener a nuestro Guaje, Villa, que siendo de Tuilla parece de Navelgas; tener a un Iniesta que nos ha evitado el infarto frente a unos holandeses que estaban dispuestos a trinchar tobillos con tal de llevarse el preciado trofeo; a un ser tan humano como Casillas, que ha demostrado ser una persona tan normal que ha transmitido a la sociedad un mensaje de amor a través de un beso con el que selló el mejor sentimiento de los seres humanos. La verdad es que hay que dar las gracias a estos veintitrés jugadores y a todo el equipo técnico por habernos aportado unos días de sufrimiento, ilusión y esperanza que nos han ayudado a romper el complejo en torno a la bandera –gran negocio para los chinos– y que nos han aportado una fuente de luz hacia el futuro. ¡Basta de mirar al pasado! Por supuesto, no se puede olvidar uno de la persona que cuidaba de la salud de estos héroes, el luarqués Oscar Luis Celada... y a quien vi de menos en los múltiples noticiarios es a «Manolo el del Bombo», que no ha podido tocar su instrumento en la final del siglo. Esperemos que la resaca no nos deje secuelas y sepamos digerirla.

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