Patriotas: Trump y Vox
Era el día de Reyes, martes 6 de enero, los patriotas asaltaban el Capitolio, el equivalente en España al Congreso de los Diputados. El espectáculo tercermundista, propio de una república bananera, nos muestra a los patriotas de la banderita (ojo, repito: patriotas y banderita), tomando al asalto la sede de las dos cámaras del Congreso. Se saltan el perímetro, rompen ventanas, agreden a la Policía y toman el edificio por orden de Trump.
Tan vergonzoso espectáculo, en el país que presume de una democracia plena y sana, da la vuelta al mundo en segundos, la imagen del pirado cornudo presidiendo la sede pasará a la historia como el epitafio al Gobierno más abyecto, despreciable y ruin de los EE UU, una pantomima que representa a la perfección lo que significó el gobierno del simio de Trump para el mundo civilizado.
En España, la inteligencia conservadora intentó identificar el intento de golpe de Estado con la manifestación de “Rodea el Congreso”, olvidándose ante todo de que se trataba de una manifestación pacífica, la misma que llevaron a cabo los policías y guardias civiles que atendieron a la convocatoria de la JUSAPOL, solo que en este caso había más banderas, petardos y máscaras que la anterior, pero claro, como era un “evento” al que Vox apoyaba, no se le tachó en ningún momento de atentado contra la democracia... cosas de la derecha de este país.
Desde el día en que Trump y sus vándalos cayeron en desgracia, no se oyen ladridos ni aullidos en la piel de toro, ya no hay posado para arengar al descerebrado, por si ello fuera poco, participar en el Gobierno de coalición de la Comunidad Madrileña, que naufraga en la gestión de un temporal, invita si cabe a un mayor silencio, y yo me pregunto: ¿Qué van a hacer ahora sin su mayor valedor? ¿Con qué cara van a mirar a su electorado después de subir al altar a personaje tan abyecto?... Pues mira tú lo que son las cosas y la falta de decencia de algunos bípedos, cuando hasta miembros del partido republicano se rasgan las vestiduras y critican sin ambages la postura y actitud del derrotado, votando incluso a favor del “impeachment”, aquí percibimos el último rebuzno en boca de Espinosa de los Monteros, el cual supongo se sentirá orgulloso después de todo lo visto para decir: “Es tan evidente que Trump ha sido el presidente más popular de los EE UU que todo el enfoque de los demócratas hoy es tratar de impedir que se vuelva a presentar dentro de cuatro años”... valiente interpretación de los hechos, cuando se trata del primer presidente que tras perder las elecciones trata de perpetuarse en el Gobierno con el uso de la fuerza, el primer presidente que no acudirá a la toma de posesión del ganador. Ya sabemos que Vox siempre fue más de Franco y de Hitler que de la democracia, no engañan a nadie, por supuesto que hay fascistas, pero la mayoría de quienes se alinean con ellos son hatos de ignorantes, creyentes de la nieve de plástico, o fervientes defensores del negacionismo, nada nuevo, les recuerdo que estos son negacionistas reincidentes, puesto que entre estos sigue habiendo gente que niega el Holocausto, es decir que existieran campos de concentración, cámaras de gas, y un exterminio de razas y etnias.
Me gustaría que estos patriotas de medio pelo se apuntaran a denunciar la corrupción, empezando por la de los miembros de sus propias filas, o por la de su otro dios, el ex jefe de Estado, que como patriotas declararan y defendieran que los impuestos se pagaran aquí y no evadieran divisas, que defendieran con el mismo ahínco con el que agitan el trapo los servicios públicos, que abogaran por que la carga fiscal soportada por los contribuyentes fuera proporcional a sus ingresos, pero no, eso no va con ellos. Pese a que se trata de populistas de medio pelo y que todo esto se recoge en la Constitución, no lo contemplan, se autoproclaman patriotas, cuando lo que realmente encarnan es una farsa perpetua, al igual que hiciera Jake Angeli (el toro sentado que tomó el Capitolio), y no vacilarían si fuera necesario en inmolarse, no por la patria, sino por cualquier ídolo que reúna las características propias de su credo, un narcisista, megalómano, racista, misógino, prepotente, arrogante, y manipulador... es decir, un vulgar dictador aupado por la democracia como el mismo Trump.
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