La integridad ni se compra ni se vende
Lo que está pasando en EE UU da miedo, o debería darlo como da en Rusia o en Venezuela o... ¿Por qué crecen los enanos en el circo de la política “democrática” mundial? En primer lugar, porque ese circo –junto al de las fieras– ya es el dueño del planeta, no necesita hacer gracia, incluso domina ya al resto de los circos que tienen alguna influencia social. Eso nos lleva a preguntarnos si nos resistimos o permitimos la manipulación por conveniencia, comodidad y dejadez, o más bien se nos ha desarmado de cualquier principio ético o integridad moral por falta de resistencia.
Como diría Kennedy en un español clásico: ¿Queremos una gran nación, o la ventaja personal? También Machado dice: “Para escuchar la queja de tus labios yo te busqué en tu sueño, y allí te vi vagando en un borroso laberinto de espejos”. Jesús es más directo: “Hipócritas, invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:6-9).
¿No nos damos cuenta de que todo tiene un precio? ¿Por qué nos importa más la tradición que la verdad? ¿Por qué seguimos criando a nuestros hijos en la mentira? Si hacemos eso, los exponemos a todos los Trump tramposos. No existe Papá Noel, ni tampoco eran reyes los magos que avisaron a Herodes, el potencial asesino de Jesús, ni debería nadie arrodillarse delante de la representación de nada, si es que quiere adorar a Dios (Éxodo 20:4-6). Pero claro, es tan cómodo no querer investigar la verdad; el mundo entero podría echársenos encima.
Además, ¿qué me importa a mí lo que pase, si yo no puedo hacer nada? En fin, os dejo que me voy al bar con los amigos a echarme unas cervezas y unos cigarros, que esto de pensar me da dolor de cabeza, y luego tengo que recoger el coche del mecánico y decirle que no quiero factura y así no pago el IVA. Es lo que hay, oye.
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