Querella criminal contra la dejadez institucional
Decía un enfermero que sentía vergüenza y rabia al pasar en coche por Oviedo, las calles abarrotadas de gente, ellos esforzándose en los hospitales por salvar vidas (por desgracia desbordados y contando muertos a diario), muchos profesionales están en un sinvivir diario, tienen familia, niños, padres y abuelos que proteger también. Están dándolo todo en los centros de salud, en las urgencias, ambulancias... y ustedes los inconscientes empeñados en despreciar la vida y reírse de la entrega de los demás. Es delictivo.
Por todas las ciudades nos encontramos con aglomeraciones, qué decir de esos saraos, fiestas permitidas por las autoridades, ya que las publicitan con días de antelación. Vimos esas largas colas para entrar en la discoteca Teatro Barceló de Madrid, con jóvenes pegados, fumando y sin mascarillas (sabedores que lo estaban haciendo mal, cuando iba pasando la cámara, se ponían la mascarilla a prisa y corriendo) dentro, todos vimos ese descaro de pazguatos, una juventud que no respeta la vida de sus abuelos, luego van para casa y ellos los contagian y matan. Estaban bailando y cantando pegaditos sin medidas de seguridad alguna, sin mascarillas... todo eso indica una cosa, la mala educación que les dimos. Pero qué decir de la dejadez de nuestras instituciones, de todas, pero del Gobierno central en mayor medida, por tener la potestad, obligación y responsabilidad en caso de pandemia de coger las riendas de la situación.
No es posible que nuestros políticos ante esta tragedia diaria (¡es que se mueren a cientos a diario, también otros tantos de otras patologías que se dejan de controlar!) estén dando mítines de autocomplacencia como hace Pedro e Illa estos días en busca de los votos de los catalanes. Pues como Illa lo haga la mitad de mal que con la pandemia, Cataluña que se prepare a recibir al más pasmado de los pasmados.
Todos estamos impasibles ante tanta dejadez, los sindicatos médicos y de todos los sanitarios deben actuar y rápido, deben presentar una querella criminal contra las instituciones responsables de permitir saraos, fiestas, aglomeraciones, botellones, reuniones familiares fuera del ámbito conviviente, deben exigirles más contundencia contra todos aquellos que no respeten las normas de seguridad, está en juego muchas vidas de los demás, además de convertir los hospitales en un lugar de muerte en vez de vida, y a los profesionales en carne de cañón de psicólogos y psiquiatras.
Está claro, los jóvenes están deseosos de fiesta a pesar de que vean a diario morirse padres y abuelos, son unos desaprensivos. Ya eso nos indica que estamos ante unas generaciones insolidarias, ególatras, frustradas, carentes de valores, donde nada se ganaron, todo se les regaló sin sacrificio, sin disciplina y sin merecerlo. De donde no hay, nada se puede sacar. Por ello pido a las autoridades que empiecen a poner en el redil a semejantes energúmenos. Los padres ya vemos que no pueden, sacaron leyes donde un cachete era maltrato y ahora aquellos nenes que saldrían traumatizados por una nalgada son capaces de arrinconar a los padres por permisividad y cobardía.
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