Oscuridad y falsedad, hasta riman
He leído en este diario que el general Miguel Ángel Villarroya ha presentado su dimisión ante la ministra de Defensa, Margarita Robles.
No me ha alegrado la noticia, pues, por mi parte, no habría puesto pegas para que este general fuera el “mocín” en alguna peli de guerra.
Antes de sentirme frustrado por la actuación del susodicho, que, como he mencionado, me caía bien, he tratado de tener claro el motivo. Brujuleando por ahí leo: “Tras conocerse que se había adelantado su vacunación sobre el protocolo marcado por el Ministerio de Sanidad”. Brujuleé en busca del protocolo de marras y, quién sabe por qué, no me aclaré.
Lo que sí he visto es que “El Estado Mayor redactó un protocolo que prioriza al personal sanitario, a miembros de las misiones internacionales y a la cadena de mando siguiendo un criterio de edad” y que, siguiendo ese protocolo, al general, de 63 años de edad, ya le tocaba.
Visto lo no visto, protocolo del Ministerio de Sanidad, y lo visto, protocolo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, me digo que, siendo “Papitos de Madrina” (versión femenina del Marlon Brando de Corleone) la ministra de Defensa, cabe pensar, al menos me cabe a mí, que quizá quien debiera dimitir sería la jefa y no el subordinado, que, tal parece, siguió el protocolo que ella estableció...
Será que me cuesta quedarme sin “mocinos”, pero, que te den luz los que alumbran con linternas sin pilas...
Después de manifestar su deseo de, políticamente, emparejarse con Illa, definitivamente borrada Inés de mi lista de “mocinas”, ya solo me queda Ayuso y, con toda la jauría de pitbull y semejantes que la tienen como objetivo prioritario... Aydiosss...
Ayu, que la Fuerza esté contigo, cielo.
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