El hombre del reloj
Existen personas que van más allá de lo que les exige su trabajo y hacen más agradable la vida a veces no tan agradable de los demás, para que sientas que estrenas coche comprando solo el pan. Hace años un anuncio de un reloj de segunda mano lo animó a cambiar el suyo y conocer de paso cada detalle de aquel tipo de trato por si acaso fueran los detalles que algún día lo libraran de acabar en la calle. Esperó en el lugar acordado hasta que aparcó un coche muy caro y bajó de él un hombre que le preguntó si era el del reloj; lo revisó, le pagó lo acordado y comprobó, entre el coche y la cartera, que no necesitaba aquel hombre del dinero del reloj para el traje.
Después de años saluda igual de amable al comprador con el que un día trató en la calle el precio de un reloj de segunda mano con la misma naturalidad con la que trataba cada día la venta de una mansión. Ya no tiene aquel reloj y las pesetas son euros, pero sigue teniendo la sensación de haber tratado aquel día con una buena persona mientras se pregunta: ¿Qué movía a aquel hombre rico a vender un reloj barato en la calle?, ¿quizá lo mismo que lo hizo rico?
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