Indignante
Supongo que el día que salga la carta, la mayoría de la gente ya oiría hablar de él o lo recibiría vía WhatsApp. Me refiero a un archivo de voz en donde una señora llama a la Policía Local de Gijón para quejarse porque quiere sentarse en un banco y no sabe si dicho banco ha sido desinfectado.
La sorna y el cachondeo que esta faltosa se gasta creo que es digna de multa por el simple hecho de requerir de la atención de un agente para nada, cuando la situación y la persona a la que se dirige podría tener en espera otra llamada en la que estuviera en juego la vida de una persona. Desgraciadamente, ya sabemos cómo funciona este país, y sabemos que a esa señora no le pasará nada, al igual que sucediera hace años con los "los mayorinos del Angliru", que lejos de ser multados, con su actitud lograron que se abriera un expediente informativo al responsable de sala del 112.
Me quito el sombrero ante el agente municipal que atendió la llamada, porque demostró tener un aguante y una serenidad que no se paga con dinero, menos aún si tenemos en cuenta la actual situación de la pandemia, en donde ciertos servicios públicos superaron ya con creces la prueba de estrés al que podrían ser sometidos. Empatizo totalmente con esta persona, porque da la sensación que es necesario recordarle a la gente que tras un mostrador, una bata, una barra o un traje de policía, hay una persona igual que tú, que está realizando un trabajo, pero que cuando acaba tiene una vida como podría ser la tuya, y que si sabe lo que es vivir en sus carnes la indiferencia o irresponsabilidad de algunos-as, se cuidará mucho de no caer en los errores/infracciones que ve a diario.
La realidad del día a día nos muestra la existencia del yin y el yang, dos fuerzas totalmente opuestas y complementarias. En un lado quienes tratamos de hacer frente a la situación, tomando medidas de precaución para no expandir el virus, respetando normas de higiene, distancia, empatizando con todo aquel que no vive sus mejores momentos, pero tratando de remar en la misma dirección que quienes velan por nuestra salud. En el lado contrario identificamos con facilidad a todos esos que pelean día tras día por poner palos en las ruedas del carro, negando la mayor cuando llevamos casi un año peleando por librarnos de esta peste, y sí, son esos que se creen más listos que nadie asistiendo a fiestas clandestinas, luciendo la mascarilla por barbiquejo o poniéndose a fumar para librarse del incómodo accesorio.
Creo que se me nota un poco, y sí, soy uno de los muchos ciudadanos de este país que están más que hartos de tanto egoísta, de tanto insolidario, de tanto charlatán, de tanto catedrático de cuneta. ¡Ya está bien, hombre, ya está bien! Si se aburren y no tienen otra cosa que hacer, no molesten, háganse a un lado, respeten, y como dice una amiga mía: "Aporta o aparta".
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