La vida no muere
Se puede hablar a través del conocimiento, de la sapiencia. Yo llamo así a lo que uno tiene en el almacén de su memoria.
Y se puede hablar desde el razonamiento. Yo llamo así a lo que uno hace con lo que tiene almacenado.
Si yo cuento un chiste hablo desde el conocimiento, porque recuerdo ese chiste. Si yo cuento una fábula que voy creando con los chistes que recuerdo, hablo desde el razonamiento, porque estoy dando uso a las existencias de mi memoria. Eso es lo que hago en este instante, hablar, escribir, desde mi razonamiento.
Con lo que ahora sé llego a una conclusión elemental, la vida no muere, siempre habrá algo vivo que la perpetúe, mueren los seres vivos, los individuos.
Si el todo, lo más complejo, no muere y el individuo, lo más elemental, sí, quiere decir que cuanto más o menos te acerques a uno u otro extremo, mayor o menor será la duración de la vida.
Consecuentemente, la sociedad humana, que no es la vida, sino una expresión más de la misma, ha de tener, salvo imprevistos cataclismos, una, para nuestra vara de medir, larguísima vida, puesto que ahora mismo está compuesta de, más o menos, cerca de ocho mil millones de individuos, de vidas.
Un ente integrado por tantos individuos ¡de condición única!, ¡inteligentes!, tiene, lógicamente, su particularidad: se muere transformándose.
Así pues, la sociedad humana, de la que estoy hablando, ya ha muerto, no sabría decir cuántas porque no tengo ganas de ponerme ahora a averiguarlo, pero unas cuantas veces.
Y, puesto que se muere, la sociedad sigue el proceso natural del ser vivo para fenecer, si no lo hace de forma prematura, se hace vieja y más vieja, hasta que, dependiendo de las enfermedades que haya de enfrentar, definitivamente, casca. Para ese momento en que desaparece, claro está, ya hay otra lista para tomar el relevo.
La sociedad, el colectivo, que es España, contraído un cáncer de tan pésimo pronóstico, no hay que ser oncólogo para diagnosticarlo, como es este Gobierno...
¿Y quién se lo dice a la familia y cómo? Porque, claro, si la propia enfermedad tiene todos los canales de comunicación a su servicio, pues ya me dirán.
Y, encima, entretenido como está el parque, con la del covid... Conseguir la que inmunice contra el Gobierno...
Aydiosss... ¡Qué crudo lo tiene España!
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