¿Dimitirá doña Ursula?
En efecto, como habíamos dicho, el asunto de las vacunas es el escándalo del siglo. Después de que, ante la paralización de las entregas a los países de la Unión, “radio macuto” incendiara las redes sociales desvelando que las farmacéuticas estaban vendiendo los viales comprometidos con Europa a Reino Unido y a Israel, que estaban pagando hasta el triple de dinero por dosis, y después de que los estados, los diputados de Estrasburgo, pero, sobre todo, la opinión pública, forzaran a la Comisión Europea a desvelar el contrato secreto que habían suscrito con las farmacéuticas, la presentación de un documento lleno de tachones en negro, incluso folios enteros tachados, no hizo más que aumentar el escándalo, pues, frecuentemente, el que tanto oculta es que algo feo tiene que esconder. Todo este asunto no es serio y me recuerda mucho, por lo grosero, a las peripecias de algunos conspicuos del PP y de sus escándalos de corrupción: lo mismo puedes decir que los instaladores de Ikea se han dejado olvidado un millón de euros en el altillo de tu armario, que tu esposo tiene un Jaguar en el garaje pero que tú no sabías nada de ese coche o lo que, en una operación que parece de la TIA de Mortadelo y Filemón, ha sacado a la luz el periódico alemán “Der Spiegel”, que ha limpiado las tachaduras en negro del documento presentado y que nos ha contado lo que escondían: La Unión Europea no había entregado a las farmacéuticas privadas para investigar la vacuna 400 millones de euros, como nos habían contado, había entregado nada menos que 870 millones de euros, más del doble, y el contrato encierra cosas tan peregrinas como que las farmacéuticas pueden exigir un 20% más del dinero contemplado en el documento, sin prueba alguna, si estiman que no han ganado lo suficiente. Recordemos que el periódico de Hamburgo es la revista de más tirada semanal en Europa. Pero, no solo estamos asistiendo a un escándalo monumental, estamos viendo diáfano una forma de gestionar y de hacer política, la de los liberales que, en el colmo del cinismo y de la hipocresía, utilizan el dinero público sin mesura y sin control incluso para sus inhumanos negocios. ¿Habrá, además de una pésima y grosera gestión de este asunto, también corrupción de los miembros de la Comisión? Es posible. ¿Dimitirá doña Ursula von der Leyen? Pues, ya le digo yo que no, a esta gente, como hemos visto con nuestros ojitos, solo la dimite una moción de censura.
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