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Agradecimiento Centro Gerontológico Astur de Gijón

1 de Febrero del 2021 - Salvia Noriega González (Cudillero)

Mi madre vive en una residencia de mayores de Gijón. Digo VIVE con mayúsculas, con toda intención, porque es gracias a dicha residencia, a sus cuidados, a su labor, por lo que ha llegado a tan avanzada edad, pese a una salud precaria. Y no ha llegado de cualquier manera, no, ha llegado feliz y querida.

Cuando digo esto, no me refiero solamente a nosotros, su familia (obvio decir que no la hemos abandonado allí, como tampoco el resto de las familias a las que he visto llorar muchas veces los primeros días y reír con alivio muy pronto, pese a que muchas personas parecen disfrutar de hacer esos comentarios debidos a una falta de valores que me cuesta entender y que nos atribuyen) repito, no me refiero a nosotros, me refiero a los y las profesionales de dicho centro. Personas que elevan su trabajo a la categoría de excelencia porque hacen una labor humana muy por encima de sus obligaciones laborales, rodeando de respeto, afecto y cuidado sus labores profesionales.

Empezaré nombrando a las/os cuidadoras geriátricas, no las nombro una a una por no cometer el error de dejarme a alguien en el tintero, lo cual sería imperdonable. Podría contar miles de historias que he visto allí y que hacen que, para mí, sean únicas/os. No quiero extenderme, pero aseguro que la categoría humana es impresionante.

Por supuesto, a los doctores, que muchas veces me han llamado y consolado cuando corría al hospital en una de sus recaídas, de las que ha salido gracias a ellos. El personal de enfermería, de rehabilitación, de cocina, de limpieza..., porque de todas, mayoría mujeres, tengo muchas cosas buenas que decir.

No puedo dejar de nombrar al personal de oficina, con un trato exquisito siempre, con una labor humana de acompañamiento que me hace llorar al recordarlas. Nunca olvidaré un mal día, uno más, y su mano en el hombro, su mirada y su silencio respetuoso, pero enormemente consolador.

De todas estas personas, no solo hablamos mi familia y yo, no, habla mi madre, siempre con respeto, amor y admiración.

Para mi madre, dicho por ella todos los días, son sus ángeles y yo, que lo suscribo, añado su familia, porque ella los considera como tal, y a la residencia, su casa. Porque así la hacen sentir.

Muchas veces debí escribir esto, no lo hice, no sé el porqué, por un imperdonable fallo que no quiero alargar.

La pandemia, la maldita pandemia ha acentuado esta apreciación.

Desde el principio, cuando el miedo a lo desconocido nos sacudía, allí siguieron, igual que siempre, siguió cuidada y querida cuando la distancia de seguridad nos impidió verla.

Cuando el peligro a contagiarse y contagiar a sus familias podría haber hecho fallar al personal, subieron la categoría de excelencia a categoría de perfección.

Y en medio de aquello tuve que leer en la prensa comentarios negativos sobre ellos, sobre falta de información a las familias, cuando ante un brote mínimo (tras aguantar meses sin contagio) me avisaron e informaron puntualmente, todos los días, sin quejarse si llamábamos de más, animándonos a hacerlo, llamándonos ellos.

Ahora, tras la primera dosis, cuando abrazábamos la calma, el virus entró y los pilló de pleno. A mi madre también. Allí estaban, consolándonos una vez más, aunque les oía la voz quebrada de preocupación, visitándola varias veces al día los médicos, enfermeros y personal y geriátrico. Cuidándola, y acompañándola pese al enorme peligro que supone para ellos/as y para sus familias.

Y vuelvo a leer ignominias parecidas. Cada día soy informada por el doctor don Luis, con paciencia cuando sé que está agotado; por Cristina, con una dulzura sin fin, que esconde y se le nota, un dolor y tristeza muy duros, pero no por ella, sino por los internos. Pero leo que no somos informados, leo a personas sin escrúpulos culpar a los profesionales de ser los responsables de la situación, de salir y divertirse, es despreciable.

Gracias, de parte de mi madre Milagros González García, y de toda su familia. Gracias.

Nombro al Centro Gerontológico Astur (antiguo Hospital del Carmen) y lo nombro con mayúsculas.

Gracias.

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