La loba inglesa del feminismo
VIRGINA WOLF: EL POZO DE LA SOLEDAD. EL CULTO A SAFO EN ESTA GRAN ESCRITORA
Pobre Virginia Wolf. Cuando conducía mi mini desde Hornchurch a Doncaster al cruzar el río Ouse detenía el auto y lanzaba desde el puente un ramo de guirnaldas: lo hago también en La Carriona de Avilés en honor de la tumba de Palacio Valdés, mi escritor favorito. Virginia se suicidó en las aguas melancólicas de este afluente del Támesis. Al cabo de una vida elegante y desafortunada como líder del grupo Bloomsbury, vértice literario del socialismo inglés pero los fabianos británicos idealistas y altruistas nada tuvieron que ver con el marxismo.
Un hermano de la Wolf pereció en la batalla de Brunete, muy cerca de donde yo resido. Fue bastante desdichada en lo personal, aunque no en lo profesional. Hoy es un referente de la literatura inglesa.
Ella era lesbiana en una época en que la homosexualidad en Inglaterra estaba mal vista. Casada con su marido y editor, del que no tuvo descendencia, tuvo una amante, la aristócrata Vita Sackville, a la que convirtió en heroína de su obra Orlando. Ahora periodista norteamericana con pinta de marimacho, ver su foto en el “Guardian”, Alison Betchel publica un libro sobre estos amores cuya reseña leo en "The Guardian".
Vengo de una cultura católica en la cual los de la cáscara amarga lo pasaban mal. Safo era anatema y los maricas y bolleras mal mirados por la sociedad se convertían en outcasts. Sin embargo, el amor oscuro reinaba en los seminarios y conventos, y, constituyendo pravedad de materia en confesonario, eran un gato de siete colas para la tortura mental. No condono ni condeno el amor amargo, lo considero un desvío de la naturaleza cuando tal inclinación es adquirida de genética no a causa del vicio. La cuestión no parece tener remedio ni solución.
Pese a tal me enroco en la opinión de que constituye un fallo de la condición humana. El sexo funciona como herramienta de la conservación de la especie. Dos hombres o dos mujeres nunca podrán recibir el matrimonio canónico. La escritora británica vivió triturada por esa inclinación que arrancaba del desafecto maternal en la infancia. Se casó sin amor con su editor Leonard Harold, "un matrimonio casto", dijo la escritora.
Fundaron una de las editoriales más importantes de las Islas, la Random House, precursora de la Penguin Libros de Bolsillo, afrecho espiritual de estudiantes de anglística con exhaustos bolsillos como yo.
Virginia Wolf fue la matriarca del movimiento adlib para la liberación de la mujer que tuvo tanta prosapia en los 70; el feminismo de hoy tal como el español es mucho más bronco y brutal odio al macho. El de Wolf es intelectual.
Virginia no quería ser la perfecta casada de fray Luis de León; sólo aspiraba a una habitación con vistas, "A room of her own". A un entorno propio.
Este sentimiento de independencia aun sacando a la mujer de la edad media con sus tres (K) (Kinder Kuche Kirche) la saca de la cocina incorporándola al mundo laboral.
Hay un envés problemático a esta conquista liberadora: la guerra de género, la violencia doméstica, el descenso de la natalidad.
El Imperio romano sucumbió por la sencilla razón de que Afrodita dejó de parir y Apolo se hizo gay. Llegaron los bárbaros y arrasaron. Siento tristeza al enjugar mis lágrimas en la prosa perfecta de "Orlando" o "Retrato de un matrimonio" cuando declara su efervescente amor físico por Vita. Hurgar en las cañerías vaginales no es que sea algo muy romántico.
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