Oráculos y falsas profecías
Las pitonisas eran vírgenes que oficiaban de sacerdotisas en Delfos. Bajo la vigilancia del gran sacerdote pronunciaban oráculos y profecías. A tales venidas acudían los adoradores de Júpiter. Los actos nos dice la mitología debían de ser tan interesantes como esos talk shows sobre lo paranormal o los programas más morbosos de Telecinco. Contemplar la tele en España se parece un poco a aquellas reuniones multitudinarias en la pradera del Escorial, donde la vidente Amparo cada sábado tenía hilo directo con la divinidad y pronosticaba catástrofes y castigos, hijos míos. Las pitonisas de nuestra tele han tomado el testigo con esto de las pandemias y no cansan de comernos el coco en un ambiente apocalíptico.
"Nihil novum sub sole".
En Delfos ya hacían esto las pitonisas, hijas de la serpiente de Aneo ("pithia" es culebra en griego), logotipo de la sabiduría; eran drogadas previamente, les hacían comer hojas de laurel y sustancias alucinógenas que las volvían medio locas, hacían visajes, contorsionaban sus cuerpos y pronunciaban sus oráculos con voz tremebunda. Todo muy acojonante.
"Vulgus vult decipi", el vulgo vive de mentiras y patrañas, decía San Jerónimo. San Pablo en un arranque de indignación deletérea, nos dicen los "Hechos de los Apóstoles", mandó a sus primeros cristianos que no hicieren caso de tales profecías porque la Parusía estaba al caer. El templo de Delfos fue arrasado.
El apóstol de los gentiles quizá se equivocó sobre la segunda venida y el mundo continúa rodando. Dicen los judíos que es indestructible.
Es difícil interpretar el lenguaje de Dios. Que es el principio de la sabiduría. Guardémonos de los que nos toman el pelo por los medios de comunicación, intérpretes de una aciaga actualidad, dando de lado a las nuevas pitonisas.
Incluso el propio Jesucristo se mostró remiso a señalar la fecha de la Parusía. Ese es un arcano que solo conoce nuestro padre celestial, aunque habló de signos como el de la higuera madura o la angustia de la humanidad, la "pressura entium", las grandes migraciones.
Estemos, pues, preparados. No sabemos ni el día ni la hora. El Maestro dijo palabras de verdad obviando oráculos ociosos de las falsas.
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