Palestina, como Varsovia
Uno ya está acostumbrado a ciertas cosas, pero a veces llegan a un límite que forzosamente tienes que sorprenderte. Eso fue lo que provocó la carta de un tal Juan Carlos Sevilla que publicaba La Nueva España en esta misma sección. Este individuo, que se proclama portavoz de la sección asturiana de una asociación de solidaridad España-Israel, de la que, por cierto, nos gustaría saber cuántos miembros tiene en nuestra región, se queja de que progresistas y gentes de extrema derecha se han unido, en santa alianza, para odiar al Estado de Israel, por sus conquistas científicas, su laicismo, sus trabajadores universitarios, convertir el desierto en un jardín (con agua palestina, claro) y cosas por el estilo. La verdad es que, como mucho, se puede sentir sana envidia pero no conozco a nadie que odie a ninguna nación por sus conquistas científicas y sociales.
Es cierto que Israel no goza de muchas simpatías entre los españoles, pero no por lo que nos cuenta el Sr. Sevilla, sino por convertir Palestina en un ghetto como el de Varsovia, donde los nazis masacraron a los judíos, por construir un muro serpenteante que deja para el disfrute de los colonos llegados de todas partes del mundo las mejores tierras y el agua que pertenece al pueblo palestino, por pasarse por el arco del triunfo la legalidad internacional con ataques a otros países, como Líbano e Irak, con asesinatos selectivos por comandos de sus servicios secretos que emplean pasaportes falsificados de la UE, por masacres de hombres mujeres y niños, como las de Sabra y Chatila, y bombardeos indiscriminados, incluyendo hospitales y almacenes de la ONU, en la Franja de Gaza, por no hacer ni puñetero caso de las resoluciones de la Asamblea general de la ONU), por el asesinato de nueve cooperantes turcos desarmados que llevaban ayuda a los mas necesitados en barcos civiles, por la tortura a los palestinos en las cárceles sionistas (incluso era legal hasta hace poco), por su colaboración con regímenes criminales como el de Pinochet y el del Aparthid sudafricano, la lista de fechorías sería interminable, la guinda, cosa que es España no sabe mucha gente porque se ha tendido un tupido velo sobre el asunto, es la participación del Mossad en el golpe de Estado contra el presidente Suárez, tema sobre el que nos podría ilustrar Enrique Múgica, casualmente de madre judía y compadre del Partido Laborista de Israel.
Si las víctimas del Holocausto resucitaran verían con horror como la Estrella de David se ha metamorfoseado en una cruz gamada. Sí, es cierto que al Estado de Israel hay que hacerle justicia, con nuestra condena y nuestro desprecio.
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