Cuando la mentira se convierte en verdad
Vivimos en una sociedad domesticada por los medios de comunicación, tanto es así que la gente suele repetir lo que dicen en la TV, periódicos, redes sociales, todos de los mismos dueños, con las mismas directrices, y nosotros no sabemos la verdad de la realidad que nos rodea, todo es una noche oscura de confusión y angustia, cada día estamos más confundidos y desorientados, somos menos solidarios y estamos muy cabreados, pero no sabemos contra quién y así nuestra frustración la paga el vecino de la escalera o el primero que se cruce con nosotros en la acera. No tenemos ni fuerzas para reír, ni para vivir alegres por falta de motivos y va llegando el tiempo en que cada vez nos sentimos más tristes, más desesperanzados, viendo lo que ocurre a nuestro alrededor, ¿dónde quedó aquello de "yo resistiré", el canto se ha apagado porque nuestra resistencia se apaga, nuestra voz se ha tornado en un suspiro de impotencia, dolor, desconfianza, de estupor, y nos preguntamos: ¿esto se va acabar alguna vez? Y lo que es peor: ¿adónde nos llevan estos gobernantes, lo saben ellos? Nosotros, no; es el vaso amargo que ha llegado para quedarse permanentemente, diseñado para cambiar nuestro estilo de vida, nuestros abrazos, besos, apretones de manos, pasiones de cuerpos henchidos de ilusiones y amor, risas, chistes, canciones, ahora desconfianza y distancia de nuestros semejantes, todos de alguna forma inocentes y culpables, con nuestra cabeza desorientada, estamos viviendo en una pesadilla interminable real y el mal sueño que no se acaba. ¿Quién es culpable de tanta desgracia humanitaria? Donde nos estamos acostumbrando a aceptar que la mentira y la manipulación sea la verdad y buscamos desesperadamente con insistencia la seguridad y la verdad de la realidad, no nos quedan ni fuerzas para pensar y vislumbrar la estrella que nos guíe a puerto seguro de nuestro lar de bellos tiempos y recuerdos pasados, grabados en nuestra alma desde niños, todo se ha ido y parece no volver nunca jamás.
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