Illa se nos va

6 de Febrero del 2021 - Rufo Costales (Oviedo)

Salvador Illa, el ministro de los “isótopos” y los guantes de “nitrio” (por hisopos y nitrilo), aunque también reconocido por su defensa de las vacunas “kill” Gates, sagacidad, fina ironía, chispa, agudeza racional, dialéctica y retórica de sus comentarios, pasando a un segundo plano el hecho de que sea ministro de Sanidad un señor que es filósofo, incapaz de distinguir entre una diálisis, una diáfisis, una sífilis o una parálisis, renuncia a esa intensa “diversión” como portavoz (no portador) de la pandemia, y se va.

El deber le llama y, previa entrega de cartera a la canaria Carolina Darias, a la que animó con un escueto “te vas a divertir” –como si fuera a trabajar de monologuista en el “Club de la comedia”–, retorna a su Cataluña natal, a trabajar en lo que queda de campaña de su propia candidatura socialista (la mitad ya se la hizo Sánchez).

Para celebrar tan magno acontecimiento, los variopintos partidos políticos que entrarán en confrontación en busca del éxito electoral el día 14, te facilitan que te saltes el confinamiento al que te tienen sometido, para que votes a los políticos que te tienen confinado. Así, el Govern te permitirá que acudas a los mítines durante la campaña, sin que haya confinamiento municipal que te lo impida, que lo sepas.

No se puede trabajar, pero se puede votar; no se puede ir a ese pueblo tan guay del municipio de al lado, que tiene hasta puticlub en las afueras, su tonto del pueblo y un alcalde comunista; ni ir al bar, ni a misa, pero sí a un mitin electoral a escuchar a un tipo grande y esponjoso o a otros políticos presos, aunque libres, decir por megafonía que van a volver a declarar la independencia, cuando deberían estar cumpliendo la condena a la que fueron sentenciados (¿no tendrían que restituir a la cárcel los días que dure la campaña?).

Quizá sea este el momento en el que se produzca esa confluencia astral que permita a nuestro presidente (astro número uno) cumplir aquella promesa preelectoral en TVE, cuando dijo: “Yo me comprometo, hoy y aquí, a traer a Puigdemont (astro número dos) de vuelta a España, y que rinda cuentas delante de la justicia”. O no tiene nada que ver.

En pleno traspaso del “homo sapiens” al “homus idiotus”, atrapado en una especie de pesadilla interdimensional, me esfuerzo en encontrar vida inteligente entre esta subclase política, pero no hay ni un atisbo que me dé un poco de esperanza.

Los “ninis” de esta generación no son, como se ha dicho, los jóvenes que ni estudian ni trabajan; realmente los auténticos “ninis” (nada de nada) son los políticos que nos ha tocado sufrir en esta generación.

Recuerden la solemnidad de Sánchez hace unos días: “España está superando las peores expectativas”. La verdad es que no entiendo nada, pero tampoco tengo duda alguna; todo lo que dice el presidente me lo creo a pies juntillas, como millones de españoles, porque no me consta que mienta jamás o que, influenciado por compañías no deseadas (no podría dormir), vaya a resultar que lo suyo es todo fachada y marketing de mercadillo.

Mi inocencia congénita no me permite atisbar el mal en Pedro, pero tengo que reconocer, eso sí, que me ha molestado que a lo que él se refirió al principio como “inmunidad de grupo”, lo llame ahora “inmunidad de rebaño”, para decirnos a la cara, como el que no quiere la cosa, lo que piensa que somos: ganado lanar, ovejas díscolas, rebaño incapaz de moverse en este mundo hostil y de pandemias, sin un pastor con licenciatura en Ciencias Económicas y Empresariales, y doctor en Economía y Empresa, que, con la cobertura de sus “perros” pastores del Ministerio, lo dirija y controle con mano de hierro.

Ya que se están investigando másteres y doctorados, verán cuando empiecen con los graduados escolares.

Con cargo a mi último salario pretendía comprarme un par de mascarillas fashion y aprovechar la coyuntura para disimular el careto (feo, sí), consecuencia de una genética lamentable, pero la pretensión del Gobierno de obligarme a comprar las FFP3, las más caras y con el I.V.A. al 21 por ciento, con probable destino a la financiación de chiringuitos catalanes, me ha hecho desistir.

Saludos cordiales

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