USA: El triunfo de la tibieza
Los pasados cuatro años ha dirigido el país más poderoso del mundo un típico americano, Donald Trump.
Los que seguimos lo que sucede en Norteamérica fuimos dándonos cuenta de quién era su presidente, un individuo peculiar, con un carácter singular, y con un concepto de la vida y sus problemas en cierto sentido exagerado. Fue elegido por más de 70 millones de votantes, que valoraban en él su sentimiento de prioridad de América, poniendo cerco a la inmigración ilegal, desde el Sur, poniendo en su sitio a una China descompensadora, en exceso, de la balanza comercial y aprovechándose en cierto modo de Occidente, proporcionando a cambio obra barata, y llegando a vender a bajo precio miles de bienes de consumo que Occidente deseaba tener, abandonando su producción (e.g.: móviles occidentales sustituidos por chinos).
Particularmente frenó la financiación del aborto, aplaudió las buenas costumbres tradicionales y produjo unos niveles de riqueza y empleo en su país envidiables.
En su contra, dicen, estaba su poca diplomacia en el tratamiento del problema migratorio, su distanciamiento del loby gay, cierta discriminación racial y el odio al comunismo.
Formalmente es excéntrico, no abordó la pandemia a tiempo y despreció las ideas poco contrastadas sobre el cambio climático.
Era muy respetuoso con la religión cristiana y sus valores, aunque pudiera ser poco coherente con el compromiso que eso supone.
Su esposa, buen apoyo, fue una mujer muy prudente, ejemplar y siendo muy bella se supo mantener en su sitio.
En sus actuaciones personales era o muy frío o muy caliente, con indudables errores y cosas mejorables, pero nunca tibio.
Y aquí es donde quería ir. Da la impresión de que el nuevo Gobierno americano va a tener un comportamiento más liberal, pero con el abandono de valores tradicionales, mucha demagogia y una buena dosis de tibieza. Tiene despistados a los obispos católicos americanos: su apariencia de católico cumplidor y la falta de correspondencia por la permisividad de lo no admitido por la doctrina. Llegando a decir que es compatible ser antiabortista y apoyarlo políticamente.
Y sabemos, los que tenemos fe cristiana, base de la civilización occidental, que los tibios serán rechazados para la amistad con Dios, "porque no sois ni fríos ni calientes" (Apocalipsis), producís el rechazo del Creador del mundo.
Acudir a la catedral de San Marcos, preciosa joya de Washington, y propiciar el aborto, así como pasar del justo respeto a los homosexuales a la aprobación de su matrimonio son signos evidentes de tibieza. Si no algo peor.
Todas las personas deben ser consideradas, respetadas y amadas, perdonando sus faltas, en todo caso, pero las ideologias antinaturales no merecen perdón y su aprobación es una falta grave de lesa humanidad. Y las personas y grupos que las practican deberían, por formas democráticas, ser apartadas de la dirección de los pueblos. Y en los momentos que se hagan con el poder, como sucede en estos momentos en USA, luchar razonadamente por ello.
P.S. Leo, en la revista "Time", la afirmación de un complot antidemocrático para apartar a Trump, en él participaron activamente los medios, el comunismo y las mayores fortunas mundiales, NOM.
¡Tremendo!
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