El modelo australiano
Cuando se tuvieron las primeras noticias del coronavirus, procedentes de China, en diciembre de 2019, y del confinamiento de la ciudad de Wuhan, de 15 millones de habitantes, posiblemente pensamos que era una de tantas noticias surrealistas de aquel país asiático, que nos quedaba muy lejos. Sin embargo, poco a poco llegaban noticias alarmantes no solo de China, sino de países más próximos, como Italia, en donde también se estaban tomando medidas similares, y cuando nos quisimos dar cuenta ya teníamos el virus aquí instalado, y como nos pilló con el pie cambiado, se actuó tarde y mal, y de ahí las consecuencias.
Todavía, un año después, aquí seguimos luchando desesperadamente, mientras en nuestras antípodas, en este caso en Australia, han dominado al bicho con férreas medidas, las mismas que aquí no se han querido tomar, a saber por qué.
Lo cierto es que en Melbourne se va a iniciar el Open de Tenis con público en las gradas porque la incidencia de la pandemia es prácticamente nula, lo que hace pensar que ya que no hemos mirado a China, para frenar los contagios, imitemos, al menos, el modelo australiano, que parece funcionar.
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