Reflexiones sobre las guarderías ministeriales
Si buscáramos una imagen que mejor expresase lo que lleva consigo la palabra "madre" tendríamos que ir a buscar a esas madres campesinas con sus niños a la espalda o aquellas otras, con sus niños de la mano, haciendo cola para recoger un poco de comida "social".
Esas imágenes, realidades crudas, muestran la protección no alquilada, sino entregada, permanentemente entregada... solo la noche verá sus lágrimas.
Todo lo contrario son las imágenes de esos niños de amores cibernéticos, cuidados con herramientas tecnológicas, subvencionadas por un estamento político degradado.
La sociedad civil debería despertar ante tanta bajeza ética, ante tanta ruindad política y ante tanta vergüenza ajena por el ridículo mayestático de alguien que piensa que basta con subirse a la carroza para ser princesa.
Criticar ferozmente a aquellos que se lucraron fraudulentamente, aprovechándose de sus situación en el organigrama gubernamental... Escandalizarse farisaicamente por los actos de corrupción de terceros... Tomar las calles y asaltar las instituciones para condenar los errores "interesados" de terceros... Todo esto estaría bien si, subidos al "carro del poder", nos limpiáramos nuestra ropa, ordenáramos nuestra casa y cuidáramos nuestras responsabilidades con el sudor de nuestra frente y con el dinero de nuestro bolsillo, no de los Presupuestos Generales.
Utilizar el "poder mezquino" para facilitar las obligaciones personales y familiares es corrupción.
Generar contratos "viperinos" para con ellos pagar servicios familiares, es corrupción.
"Categorizar" dichos contratos con emolumentos fuera de toda justicia social comparativa, es corrupción.
Beneficiarse de servicios de terceros mediante trampas ministeriales, es ROBAR ... es corrupción.
Corta se queda la vergüenza cuando todo esto lo desarrollan personas cuyo "hipócrita afán" es defender los derechos sociales de la mujer, mujer a la que degradan comprando sus servicios con métodos no precisamente éticos.
Autoprotegerse con el dinero de todos es, cuando menos, un desprecio a tantas y tantas personas que se lo quitan de comer para que no falte nada a sus hijos.
La otra cara de estas realidades es la que nos encontramos en una sociedad que exige al ciudadano que se denuncie, sabiendo que el ciudadano de a pie no sabe... no puede económicamente... Esa misma sociedad, con sus comensales congresistas, es la que debería hacer cola en los Juzgados para denunciar todas estas corruptelas de ministros "escaladores", con la cuerda del vecino.
Niños y niñeras politizados son la imagen más degradante para una madre y para una sociedad libre y democrática.
C'est la vie.
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